Archivo de la categoría: 02.- La Villa de Balmaseda en la Edad Moderna

02.1.1 Paisaje vegetal y fauna desde el siglo XVI

Era proverbial la riqueza de vegetación y variadas especies animales en el entorno de la villa

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En Diciembre del 2012, una escueta nota de prensa decía así: “Hallan un gato montés puro en las Encartaciones”. Según la misma noticia, el animal tenía una pata delantera fracturada, a consecuencia posiblemente de un cepo. Fue tratado en el centro que la Diputación de Bizkaia tiene en Górliz, antes de ser devuelto a su medio natural.

Un gato montés es una especie de pequeño felino,  de mayor envergadura que el gato doméstico pero con pelaje gris rojizo, rayado a bandas negras y la cola leonada, con la punta y dos anillos también negros. Vive en los montes del norte de España y corresponde a la especie Félix Sylvestris. A veces se aplica indebidamente este nombre al “gato cimarrón “(cruce de gatos  domésticos con gatos asilvestrados) e incluso al  hermoso lince.

Esta noticia trajo a mi mente lo que había yo investigado, en el trabajo de mi Tesis Doctoral publicada en 1985, sobre este interesante asunto de la fauna, y también de la flora, en el medio geográfico.  Aquí puede conocerse parte de aquella investigación.

El Paisaje Vegetal

Las precipitaciones abundantes y el carácter moderado de las temperaturas, en el entorno de la villa, favorecen la existencia de un paisaje vegetal siempre verde y fresco. El bosque natural antiguo, fundamentalmente de robles y hayas, según la altitud, ha ido sufriendo una tala sin control, siendo utilizada su madera para la construcción y como combustible, con preferencia a otros diversos usos.

Por ello, esta vegetación natural ha retrocedido, dejando paso a landas de tojos, helechos, etc., cuando no se ha visto sustituida por elementos arbóreos extraños y alóctonos, como el propio pino o el eucaliptus.

En tiempos pasados, sin embargo, la vegetación, a pesar de su uso intensivo, era abundante y, desde luego, variada en especies. A veces se podría incluso usar el término flora, en lugar del de vegetación, por la diversidad de géneros vegetales en espacios reducidos. Prácticamente todos los más significados autores, dan noticia de las diversas especies.

Así, la arboleda que forma bosque, como unidad, está constituida  principalmente por las siguientes especies:

  • Castaños que no usan para carbón, sino para castaña.
  • Fresnos, que forman sombra agradable.
  • Robles, que formaban el bosque originario
  • Bortos o Madroños, que pueblan la mayor parte de los montes comunales  (1)
  • Encinares, que se acababan secando cuando les iban a robar  los borullos ( 2}.

Aparte de estas especies, los autores dan noticia también  de chopos, alisos, abedules, álamos, hayas, nogales, olmos, salces (sauces), etc. Incluso se habla de olivos (3).

Lo que abunda es un arbusto salisáceo que crece en las orillas  de los ríos y cuyas varillas (que comúnmente llamamos juncos)  sirven para hacer todo tipo de cestería; son los mimbres.  Al igual que se fija la época de vendimia del vino, también el Ayuntamiento fija la fecha de recogida de los mimbres, imponiendo sanciones a quien no la respete. Solía ser ésta, entre finales de diciembre y el mes de enero, dejándose rara vez para el de febrero. Pensamos que sería en función del tiempo atmosférico, por cuanto las escasas lluvias nutrirían el crecimiento del junco y retrasaban así su recogida. Las penas a los infractores eran fuertes: 9 días de cárcel se les imponía en 1728 (4).

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A pesar de las sacas continuas de leñas, la auténtica ruina del arbolado proviene de la Guerra de la Independencia, continuándose el deterioro durante las Guerras Carlistas. Desde entonces, se da mucho más valor a la agricultura, y siendo abundantes los frutales también hay bosques de:

  • Roble común para madera y carbón
  • Castaño para castañas y carbón, aunque este sea de mala calidad
  • Haya común que da buen carbón y le hace la competencia al de ro­ble.
  • Nogal para madera y nueces.

En mucha menor proporción también existen, según Madoz, hacia me­diados del siglo XIX: abedul, abedulillo o carpe; aliso común; aliso de hoja plateada; fresno común; acer campestre o común; platanoide de hoja de parra; peral silvestre; cerbal de cazadores; tejo común; sabina; lentisco; acebo; níspero; espino albar; ciruelo silvestre y saúco. Abundan en las orillas del río Cadagua el sauce blanco y los mimbres que se consumen mucho, así como el homecillo o lúpulo que se usa para la elaboración de cerveza (5).

La Fauna

Enormemente relacionado con el tapiz vegetal fresco, así como con la abundancia de corrientes de aguas cristalinas, aparece una fauna peculiar de bosques y de ríos que va a ser objeto de ojeo y batida constante en dos sentidos bien distintos ambos: los animales de pelo, por su leyenda, a veces real, de fiereza y destrozos, y los animales de escama (peces)  por su apreciada carne. Bowles señala a fines del siglo XVIII que » la caza sería abundante (en Viz­caya) si no hubiese tantos cazadores » (6).

Al margen de las llamadas alimañas, prácticamente nada aducen las diversas fuentes sobre la caza en Balmaseda; por ello podemos señalar muy poco sobre las especies de la zona.  El mismo Bowles habla de perdices, codornices, alguna liebre, poco conejo y en los bosques jabalíes; esto lo men­ciona para Vizcaya en general, aunque realmente nada nos impide localizarlo también en Balmaseda. Sobre esto, y unas líneas más adelante afirma que… “los lobos comunes son raros… de 100 en 100 años se ve un oso… aunque garduñas y raposas hay bastantes...”  Aún así las capturas de todos estos animales, han sido abundantes en la villa y sus cercanías; quizás, en esta cuestión, las Encartacio­nes no eran iguales al resto de Vizcaya.

Algo parecido nos vamos a encontrar con el tema de las recompensas. Si sobre la caza, como decimos, no existen apenas referencias concretas, nos consta, en cambio, que las batidas contra los llamados dañinos o alimañas fueron constantes y bien pagadas, lo cual llevó ya a principios del siglo XIX al casi total exterminio de todas las especies perseguidas. En esa centuria los datos son ya muy escasos y van unidos a partidas diversas que nos impiden cualificar detalles.  Es posible que la gran caza de los siglos anteriores tuviera diezmadas las alimañas. En este sentido se expresa Trueba cuando hacia 1875 di­ce que « rara vez se ve un lobo » (7)

La noción del animal dañino o nocivo encubre muchos tipos de bichos; todo aquel animal que por el mero hecho de trasladarse, invade huertas, parrales, viñas o heredades, pone ya en peligro su vida, pues se le considera como alimaña.  Así llega a ocurrir con las palomas, que según el Ayuntamiento, hacen mucho daño o con los perros que invaden heredades ajenas (8).

Para las capturas se so­lían hacer profusión de cepos y otros tipos de utensilios, que llegaban a resultar peligrosos para el ganado y para las personas, que normalmente transitaban por los montes, siendo preciso poner edictos, a fin de evitar cualquier tipo de desgracia, que a pesar de todo ocurría (9).

En Balmaseda había buena pesca, lo cual es fácil de creer por la deliciosa descripción hecha sobre el río Cadagua.  Lo realmente triste es constatar cómo el río que hoy contemplamos, no nos recuerda apenas a aquel del siglo XVIII, cantado por Iturriza en 1785 ni al ci­tado por Delmás en 1864.

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Las loinas del río Cadagua eran  muy apreciadas.

A pesar de las ferrerías y de toda la industria, que a sus orillas estuvo siempre implantada, el Cadagua tenía límpidas aguas, y Delmás nos sugiere indirectamente esta pulcritud del río, al decir que es riquísimo en truchas, anguilas, loinas y salmonetes  (10). Y así debió ser desde antiguo, como se desprende de los numerosos toques de atención que el Ayuntamiento da a los balmasedanos, respecto a la pesca en el Ca­dagua y en sus afluentes.

Pensamos que aparte de ser un divertimento, el ir a pescar debía ser cosa productiva, puesto que en una sociedad tan tradicional como aquella en el plano religioso, el hecho de perder la misa de los domingos parece que solo lo conseguía la pesca. A mediados del siglo XVI se pone de multa 1.000 maravedíes  a todos los vecinos que por ir a pescar, dejen de asistir a los oficios diurnos en domingos y días festivos, así como también a los que lo hagan en días de labor, abandonando sus labores y oficios (11).

Estaba, sin embargo, permitido pescar a todos los vecinos de la villa, tanto con bara, tur­bia y cardazo, durante toda la cuaresma y los días de vigilia, sin pena de ninguna clase (12).   Fácil es deducir el interés que atrapar unos buenos peces del río podía producir a los vecinos,  con una deficiente economía doméstica.  Si nos fiamos de las fuentes, en esta situación debían de estar bastantes balmasedanos, puesto que, el mismo año, se quejan las autoridades municipales de que » el río está perdido, defraudado y pobre de pesca­do «;  parece que las gentes iban a pescar por la noche, y uti­lizando « hacha y arremanga » (13 )   Un siglo después se sigue pescando con malas artes: remangas, paradejos y esparteles, por lo que las penas son mucho más fuertes; nada menos que 3.000 maravedíes. y 10 días de cárcel para los hallados “ in fraganti» (14 ) .  En el siglo XVIII ya estaba establecida la veda, y por ella se perseguía tanto a sus infractores, cuanto a los que usaban aparejos prohibidos o pescaban de mala manera.  Con ello se incorpora la reglamentación de la pesca a los Decretos de Buen Gobierno que, como más adelante veremos, recordaban y regulaban cada año las ordenanzas del municipio (15).  Bowles en 1775 dice: «la mejor anguila es la que se coge al lado de un molino«. Los molinos abundaban en el Cadagua y no olvidemos que Delmas,  casi un siglo más tarde sigue recomendando las anguilas de este río (16).

NOTAS:

(1).- Archivo Municipal  de .Balmaseda  (A.M.B.).- Libro de la Junta Municipal   R.  77  f. 21  v. Año 1886

(2).-  A.M.B.  Decretos   R.  26.  f.30 v .Año 1646.

(3).-  A.M.B.  Acuerdos  R. 58.  f.108 v. día 9  Setiembre 1798.  Pleito  contra Manuel  de Zornoza por cortar olivos

(4).-   A.M.B.  Elecciones  R. 34   s.f.  Día 22 Enero 1728

(5).-  MADOZ, P…  Diccionario Histórico-Geográfico de España y sus posesiones de ultramar   Madrid 1849. Tomo XV  pp. 462.

(6).-  BOWLES, W.  Historia Natural de España   Madrid 1782  pp. 293

(7).-  TRUEBA, Antonio de   Las Encartaciones  Bilbao 1978. pp.58. Cita a ITURRIZA a propósito de abundar (según el autor) los jabalíes, tigres, lobos, raposos y otras fieras nocivas. Esta fauna era abundante en la Baja Edad Media: en el mercado de San Sebastián, en los siglos XIII y XIV,  había una gran variedad de pieles de garduña, zorros, etc. Ver ARIZAGA, B.  de. El Nacimiento de las Villas Guipuzcoanas.  San Sebastián 1978, pp. 53-54. El mismo tipo de fauna existía en el vecino Concejo  de Carranza, donde antaño fueron abundantes los osos, desaparecidos a finales del siglo XIX. Vivían lobos, zorros, gatos monteses, garduñas, etc. Ver VICARIO DE LA PEÑA,  N. El noble y leal valle de Carranza, Bilbao 1975, pp. 55 y 131.  También en el Valle de Gordejuela  fueron abundantes los osos y lobos, que andaban en grandes manadas por el año de 1566.; desapareciendo casi todas las alimañas a mediados del siglo XIX. Ver ESCARZAGA, E. de,  Descripción histórica del Valle de Gordejuela,  Bilbao  1919. pp. 91.

(8).-  A.M.B.  Decretos  R. 26.  f. 344 v. Decreto del 14 de Abril de 1662.

(9).-  A.M.B.  Decretos  R. 30.  f. 35.  Decreto del 20 de Diciembre de 1795

(10).-  DELMAS, Juan E. Guía del Señorío de Vizcaya.  Bilbao 1944. pp28.

(11). – A.M.B.  Acuerdos  R. 9. f.31.  Decreto del 26 de Julio de 1549.

(12).-  Ibidem.  F. 93. Decreto del 2 de Marzo de 1553.

(13):-   Ibidem.  F. 29 v. Decreto del 4 de Julio de 1549

(14).-  A.M.B.  Decretos  R. 26.  f.9.  Año de 1644

(15).-   A.M.B.  Elecciones   R. 35.  Decreto de Buen Gobierno  Año 1730.

(16).-  BOWLES, W. op. Cit. pp. 294.

02.5.- El Marco Histórico

Balmaseda, tal y como coinciden en señalar casi todos los historiadores, era un lugar habitado desde antiguo, mucho antes de su constitución como villa (21).

Se tiene constancia de que una calzada romana atravesaba la zona, comunicando las tierras castellanas con los puertos cantábricos. Es previsible que, dada su situación estratégica de lugar de paso, existiera al menos un enclave militar.

Su fundación como villa fue en el año 1199 por D. Lope Sánchez de Mena, señor de Bortedo. En ese año Balmaseda recibió sus propios fueros y se separó jurisdiccionalmente de sus alrededores. De ahí que pueda considerarse a esta villa como la primera fundada con pleno derecho de las que actualmente componen el territorio de Bizkaia (22).

Se le otorgó a la villa el Fuero de Logroño, origen legal de los privilegios de que gozará en el futuro (23) y que Heros resume de la siguiente manera:

“”… con el Fuero de Logroño que autorizaba para comprar y vender, cultivar y adquirir tierras, ganados y pastos, y aseguraba las personas; con el patronato de la iglesia en que no se habían de poner beneficiados forasteros, ni se habían de pagar al obispo más de dos sueldos por crismas; con no tener otro merino que el puesto por el rey, y alcaldes y jurados elegidos por los vecinos, quedando a beneficio del Concejo las multas y condenas que impusieran; con haberse prohibido que desde Villasana hasta Sámano, sólo en Balmaseda hubiese tabernas, carnecería y medidas de grano; con eximirla de portazgos en sus propias cosas de peaje, treintano, recuaje, oturas, enmiendas, cuezas, moneda forera, yantar del rey y no pagar más de 1.000 mrs. cuando el rey los echare; con declararla como puerto franco en el que los paños ni otras mercaderías que se vendieran pagasen derecho alguno, y por último, con haberla incorporado al rey en su patrimonio y Señorío, contemplándola con su castillo como muy conducente para su servicio y dándola otra seguridad que no podría recibir de otros señores. . . . la villa debió de medrar considerablemente ».

Este fuero otorgado en tiempos de Alfonso VIII, será reconfirmado posteriormente por cada uno de sus sucesores en el trono.

 CONFIRMACIONES REALES A LOS PRIVILEGIOS  DE  BALMASEDA

Rey

Cortes

Fecha

Fernando III

Valladolid

1234

Fernando IV

Valladolid

1312

Alfonso XI

Burgos

12 Junio 1326

Pedro I

Alcalá

                           22 Octubre 1351

Enrique II

Burgos

24 Febrero 1367

Toro

22 Septiembre 1371

Juan I

Burgos

6 Agosto 1379

Enrique III

Madrid

15 Diciembre 1393

Juan II

Segovia

19 Julio 1407

Toro

22 Septiembre 1409

Burgos

6 Agosto 1417

Enrique IV

Segovia

4 Noviembre 1457

Reyes Católicos

Tordesillas

14 Julio 1475

Granada

12 Agosto 1499

Doña Juana

Sevilla

18 Junio 1511

Fuente:
Archivo Municipal de Balmaseda.   Reales Privilegios de la Villa de Balmaseda.

Copia del año 1763.   Nº  Reg. nº  41.   Elaboración propia.


Hay un documento que hace una relación de todas las confirmaciones que los antecesores de Doña Juana I en el trono, habían hecho de los Fueros, Usos y Buenas Costumbres de los vecinos de Balmaseda. Reafirma también a los balmasedanos en todos los Privilegios, Cartas, Sentencias, Franquezas y Libertades, Gracias, Mercedes y Donaciones que habían ido adquiriendo por gentileza de los sucesivos reyes de Castilla. D. Juana pide en esta confirmación «que valan y guarden estos preceptos y no osen ir contra ellos. . .. que los Concejos, Alcaldes, Justicias y Jueces Merinos las hagan guardar… » imponiendo multas de 1.000 Mrs si se va contra estos preceptos (24). Aparte de estas ratificaciones, otros reyes fueron haciendo diversas concesiones. Así Sancho IV otorgó a Balmaseda el privilegio de no pagar portazgo; Fernando IV en 1.372 la merced de no pagar moneda franca, ni yantar del rey, salvo cuando éste fuera a la villa (25).

Y sin embargo, la historia medieval de Balmaseda ha sido bastante azarosa, tanto por problemas internos como externos. Hasta su incorporación definitiva al Señorío, la villa pasó varias veces de unas manos a otras. Antes de su fundación como villa, el término municipal estaba encuadrado en el Valle de Mena, que era realengo, incluido en Castilla desde el siglo IX (26).

Los reyes castellanos fueron donando este realengo a parientes y amigos, y así en 1175 aparece el Valle de Mena en manos de Lope Sánchez, fundador de la villa. Con ocasión del matrimonio de Doña Urraca, hija de Alfonso X, con Lope Díaz de Haro, aparece como regalo de bodas, junto con la villa de Orduña.

En tiempos de Enrique III la villa fue vendida, o mejor empeñada, para pagar con su valor los gastos de la guerra contra Portugal. La compró D. Juan de Velasco, camarero real, por 15.000 florines, junto con las villas montañesas de Limpias y Colindres (27). Las protestas continuadas de los tres lugares consiguieron ablandar al rey que retractó la venta efectuada en la mitad de su precio, cuyo valor llegaron a pagar los propios vecinos de estas villas.

Tras diversas gestiones ante los reyes castellanos, Balmaseda consiguió ser incluida para siempre en el Señorío de Bizkaia, fechándose esta inclusión el 3 de Junio de 1400, según Martín de los Heros (28).

Los Reyes Católicos confirmaron sus privilegios en dos ocasiones y declararon a sus habitantes vizcaínos, dando a la villa el título de Cámara de su Condado y Señorío de Bizkaia, título que, por cierto, otorgaron también a Bilbao, cuatro años más tarde.

En las luchas de Banderías que agitaron el Señorío en los siglos XIV y XV, participaron notables familias de Balmaseda, escindidas en dos linajes. Por un lado los Ahedo, del bando gamboíno, cuya facción estaba instalada en su torre almenada de la calle Correría, muy cerca de la actual plaza de los Fueros. Sus oponentes eran los Puente, que militaban en el bando oñacino y cuyo feudo estaba en la calle del Medio y la plaza del Mercado. La casa torre de los Puente daba a la plaza de San Severino y poseían además otra en el barrio de San Lorenzo.

Fueron frecuentes los choques entre ambos bandos, llegando en ocasiones a muertes y asesinatos. Por ello algunos vecinos huyeron de la villa por causa del «acotado• dictado por el Corregidor Gonzalo Moro. También Balmaseda fue escenario del enfrentamiento de otros linajes encartados como los Salcedo, los Marroquines, etc. La Santa Hermandad, establecida en 1394 consiguió apaciguar algo los ánimos de los contendientes, si bien hasta la llegada de los Reyes Católicos la villa no vivió una etapa de calma duradera.

A partir de entonces como medida de paz y de concordia se estableció que los parientes y parciales de cada facción se alternaran en el ejercicio de los cargos municipales. Esta decisión duró como una reminiscencia hasta el siglo XIX.

El 27 de marzo de 1628 se estipuló el Capitulado de la Unión entre el Señorío y la Ciudad y Villas de Bizkaia (29). En adelante las relaciones de la villa de Balmaseda con el Señorío se regirían por este Capitulado.

Un siglo más tarde, 20 de julio de 1740 se rubricaba un Concordato entre el Señorío y sus Nobles Encartaciones, que fue confirmado por el Rey Felipe V en 1742 y por el cual esta comarca y unidad política se incorporaba plenamente al Señorío de Bizkaia (30).

Aún a pesar de este Convenio, a mediados del siglo XVIII, en un pleito ante el Corregimiento todavía se exigía a Balmaseda la presentación ante el Real Consejo, de los títulos originales en cuya virtud gozaba de los Fueros del Señorío.

NOTAS :
(21).- HEROS. hablaba de la existencia, incluso anterior a época romana, de un camino que llegaba desde la costa a la meseta que, remontando el valle del Kadagua, atravesaba el Valle de Mena y ascendía a la meseta camino de las parameras castellanas. En este camino, y en un lugar ya descrito geográficamente, se localizaba Balmaseda, en el s. VIII, (año 735) como tapón o enclave para evitar que los musulmanes penetrasen en Bizkaia. Ver HEROS. M. de., op. cit. T.I. p. 18, en la nota 3, cita a ITURRIZA, en su Historia de Bizkaia. manuscrita, libro 3, cap. 20
(22).- Entre Balmaseda y Durango está la discusión. La segunda villa fundada en 1180 debería conceptuarse como la primera villa existente en Bizkaia, cronológicamente hablando. Sin embargo, la adjudicación de Carta Puebla a Durango no tendrá lugar hasta 1297, o sea, casi un siglo más tarde que Balmaseda. Así lo entiende BASAS, M. en su art. «Importancia de las villas en la estructura histórica del Señorío de Vizcaya» en Edad Media y Señoríos. El Señorío de Vizcaya, Bilbao 1975, pp. 95-121. Lo mismo dice GARCIA DE CORTAZAR, I.A.. en «Las Villas vizcaínas como formas ordenadoras de Poblamiento y la población» en Las Formas del Poblamiento del Señorío de Vizcaya en la Edad Media, Bilbao 1975, pp. 69-111. También MONREAL. G. señala como primera villa a Balmaseda en Instituciones públicas del Señorío de Vizcaya, Bilbao 1974. p. 68 y mapa.
(23).- MONREAL, G. en op.cit. p. 62, nota 214, punto U cita los lugares donde aparece esta carta Puebla de Balmaseda. La señalan concretamente ITURRIZA, BALPARDA y SALAZAR, amén de los HEROS en tomo I. p. 69, que resume los privilegios a partir del fuero otorgado.
(24).- A.M.B Confirmación de Fueros, Usos y Buenos Costumbres, hecha por Doña Juana I en 1511. Legajo original, en el que alude la reina a las anteriores confirmaciones remontándose hasta Enrique III en el s. XIV. Ver GOMEZ PRIETO, 1., ibídem, en Estudios de Deusto, 1985/1, que muestra y transcribe este documento inédito y desconocido.
(25).- A.M.B. Libro de Reales Privilegios del año 1763. Priv. núm. 2 y 5. También en HEROS. op. cit. Apéndice de los Privilegios de la Villa. Ver los Priv. 2 y 6, más hojita.
(26).- MONREAL, G. en op. cit. p. 27 y sobre todo LABAYRU, E. en op. cit. t..II p. 523. Este autor afirma en la p. 524 que Balmaseda “ al ser fundada el 24 Enero 1119 por López Sánchez de Mena, estaba sita en tierra de Castilla, y en p. 523 añade que no fue tierra constantemente vizcaína , sino agregada a lo sumo en S. XVIII.
(27).- Ver AMADOR CARRANDI, El Señorío de Vizcaya y los lugares de Limpias y Colindres, Bilbao 1920. MONREAL en op. cit. rechaza la tesis de Amador, p. 312, nota 1097. HEROS op. cit. pp. 103-108.
(28).- A causa de tanta permuta da la impresión de que se dudaba sobre la vizcainía de la villa. Y de hecho se le siguió reclamando el pago de Alcabalas por parte de la Merindad de Castilla Vieja.
(29).- A.G.S.B.: «Escritura de Unión y Concordia de las Villas, Ciudad y Señorío». Escrituras del Señorío. reg. 1, n» 10, año 1630. Con este capitulado se dan por terminados todos los pleitos y litigios de antaño. En él se fijan pautas definitivas respecto a elecciones, oficios o incompatibilidad de cargos, avecindamiento, fogueras,…
(30).- A.G.S.B.: -Concordia entre el Señorío y las Encartaciones•. Encartaciones, reg. I, 21 julio 1740. Leg. 6, no 8. El manuscrito de la Concordia está en el A.H.N.: Consejos, 253339-3 en forma de Memorial ajustado, con citación y asistencia de las partes. A partir de entonces el Señorío había de defender todos sus Fueros, Exenciones, Franquezas y Preeminencias de las Encartaciones a cambio de 8.500 Rs. cada dos años.

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02.4.-El Ambito Institucional

 

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Las Encartaciones vizcaínas comprendían históricamente Somorrostro y sus concejos, los Valles de Carranza, de Gordejuela, de Trucíos, de Arcentales; los Concejos de Güeñes y de Zalla, que formaban el Valle de Salcedo; el Concejo y Valle de Sopuerta y las villas de Portugalete, Lanestosa y Balmaseda, considerada esta tradicionalmente como la capital de la comarca.

El régimen de gobierno de Las Encartaciones se distribuía entre el gobierno de los Valles y Concejos y el Gobierno General de la Encartación. Los Concejos se gobernaban por sus Ordenanzas desde la primera mitad del siglo XVI, que regulaban su vida jurídica. El Señor de Bizkaia designaba los oficios de Justicia y los procesos civiles y militares se resolvían dentro de cada municipio.

El Gobierno de La Encartación se regía por medio de la Junta de Avellaneda, cuyo origen y formación están aún sometidos a controversia. En cada junta, a la que podía asistir el pueblo, se proponían cuestiones y se solicitaban acuerdos, siempre en base al fuero encartado (19).

Este Fuero de Las Encartaciones, aunque en esencia no difería mucho del fuero general del Señorío, en su parte penal era extremadamente duro; la pena de muerte y la mutilación eran castigos habituales. Era peculiar también la profunda división en clases que en él se establecía. Los Hidalgos gozaban de privilegios exclusivos en el aspecto penal, por ejemplo. Además aparecen los labradoriegos, pobres, andariegos, mozos de acotado y otros varios.

Dentro de este marco general, las villas gozaban de un régimen especial. Tenían su propia jurisdicción, el término municipal y disponían de organismos administrativos apropiados como el Concejo o Ayuntamiento. La base jurídica esencial de las villas radicaba en la Carta Puebla fundacional, de la que derivaban las Ordenanzas municipales (20).

La fundación de villas había sido un paso en el proceso de transformación del régimen feudal hacia una sociedad más abierta. Los excedentes de población del Señorío y los hijos excluidos del mayorazgo encontraban en las villas refugio, trabajo y medios de vida. Esto hizo posible el establecimiento de gremios, como en el caso de Balmaseda, que permitían a la villa prescindir de la exclusividad agrícola o sustraerse al pillaje de los banderizos. Fue así, un gran deseo de paz y de trabajo el que unió a los villanos y el que marcó una modificación profunda en su manera de vivir.

Las relaciones que existían entre las villas y el resto del Señorío, eran a veces conflictivas. Ya en el Capitulado de Chinchilla en 1487, se establecía una separación jurídica, si bien circunstancial, entre los dos bloques que conformaban el Señorío: la Tierra Llana o Anteiglesias por un lado y las Villas por otro.

En la Concordia de 1628 se establecía de manera definitiva el papel de las villas vizcaínas en el marco general. Estas conservaban su propio régimen y legislación, si bien se les concedía la posibilidad de cambiarlos por los generales del Señorío, si así lo deseaban. Todas las villas tenían derecho a asiento en las Juntas Generales de Guernica, con derecho a un voto, participando así en la elección de oficios. A pesar de todo las fricciones continuaron y, por ejemplo, Balmaseda pleiteó con órganos oficiales del Señorío, como se verá más adelante.

El control regio se realizaba a través del Corregidor que, en numerosas ocasiones, chocaba con la Primera Instancia, que era privativa del Alcalde. La creación del Diputado del Común, pasó por Balmaseda sin pena ni gloria y más que suponer para la villa la pérdida de sus elecciones, marcó una consolidación de los grupos de poder que ya dirigían la comunidad.

NOTAS :
(19).- ESCARZAGA, E: Avellaneda y la Junta General de las Encartaciones, Bilbao 1927, p. 43, no sabe cómo comenzaron las reuniones de la Junta, pero supone que fue una génesis parecida a la de Gernika. GONZALEZ OREJAS, R.: Las Encartaciones y Avellaneda. Bilbao 1982, p. 25. Señala su origen en la «unión de todos para la defensa y administración de intereses comunes y del propio fuero».
(20).- Existieron unas Ordenanzas de 1511 de contenidos muy someros, siendo las más importantes del año 1792. Es interesante consultar ARIZAGA, B.: El nacimiento de las villas guipuzcoanas en los siglos XIII y XIV. San Sebastián 1978, pp. 104-106. Sobre este tema trata GONZALEZ ALONSO, B. El Estado y la Administración de la Corona de Castilla en el Antiguo Régimen. Madrid 1981, cap. 2°, pp. 57-83.

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02.3.- Villa Monumental

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Balmaseda fue una villa monumental. Dentro de la estructura urbana ya definida, fueron construyéndose a lo largo de los siglos, edificios de gran interes, tanto civiles como religiosos, que dieron a la población ese carácter monumental, hoy por desgracia desaparecido. Balmaseda estaba rodeada de murallas, que partiendo del Castillo bordeaban la villa totalmente por ambos flancos hasta el río. Además de su misión defensiva, en caso de guerra, los muros protegían a la población de las temibles crecidas, aluviones y avenidas del río Kadagua. Eran además la gran barrera que aislaba la villa de todos los contagios, pestes y epidemias, ante las cuales, las puertas se cerraban a cal y canto al paso de cualquier forastero.

Estas murallas tenían de trecho en trecho, pequeñas torres o castilletes, para hacer las islas o guardias. Cinco grandes puertas flanqueaban el paso hacia el interior (13). Eran estas:

Puerta de la Virgen de la Gracia: en el antiguo camino de San Roque, el llamado Camino de Usera y Valle de Carranza.

Puerta de Jesús Nazareno: en la entrada del Camino Real de Burgos, junto al llamado Campo de las Monjas.

Puerta de San Lorenzo: es la única superviviente . Daba paso al antiguo Camino de Castilla, a través del Puente Viejo, en cuyo centro forma un torreón con templete.

Puerta de Ntra. Sra. de la Leche: se abría sobre el río y estaba situada junto al Matadero actual.

Puerta de Ntra. Sra. del Buen Suceso: en la salida hacia Bilbao y Castro Urdiales, muy cerca de San Severino, cerraba la antigua Plaza del Mercado.

A mediados del s. XIX se demolieron puertas y murallas con el fin de ensanchar los caminos y salidas, y dar una expansión natural a la villa.

Por lo que respecta al castillo, es poco lo que se puede decir. Tenía forma rectangular, con lados de 40 por 28 pies, barbacana y patio de armas. Sus muros eran gruesos y sólidos. A finales del s. XVIII ya se encontraba en ruinas, si bien los Carlistas lo reconstruyeron como defensa en 1835. Cinco años más tarde, al terminar la guerra, fue demolido definitivamente. Sus buenas piedras fueron utilizadas para arreglar el Ayuntamiento y algunas otras construcciones (14).

Los puentes, que enlazan orillas y caminos, eran esenciales en una villa cruzada por un río relativamente caudaloso. El más antiguo y de mayor valor es, sin duda el llamado Puente Viejo o de San Lorenzo, por donde es tradición que pasaba la antigua calzada romana del Valle de Mena.

Es este puente de bellísima traza medieval, con arco central muy elevado, y otros dos arcos más, muy pequeños, a ambos lados. Casi en su centro, se levanta un interesante torreón que, como puerta de entrada a la villa, servía para el cobro de los derechos aduaneros a los comerciantes y trajineros que llegaban de Castilla. Es el símbolo más conocido de la villa y como tal figura en su escudo de armas.

No obstante, debido a la forma peculiar de este Puente Viejo y a su pavimento empedrado, el paso de carros y caballerías se hacía dificultoso por lo cual, el año 1669 se decidió la construcción del denominado Puente Nuevo, mas cercano al centro de la villa y edificado con técnicas modernas. Con posterioridad se levantarían dos puentes más, uno en la salida hacia Bilbao y otro en la carretera que va a Arceniega.

En cuanto a la arquitectura civil, fueron interesantes muestras las llamadas Casas-Torre, abundantes en Balmaseda y de las cuales apenas quedan señales. Pasaron de ser residencias de banderizos a viviendas de hidalgos labradores, una vez desmochadas sus almenas (15). Las principales casas-torre fueron:

Torre de los Puente: situada en el barrio de San Lorenzo, guardaba el acceso al Puente Viejo.

Torre de los Ahedo: en la calle de la Correría.

Torre de los Amézaga: frente a la iglesia de San Juan, fue mas tarde cuartel general del pretendiente Carlos VII.

En el Inventario de Bienes de 1487 aparecen doce de estas torres, además de varias otras llamadas «torrecillas». La mayor parte de ellas han desaparecido y algunas han sido recubiertas por construcciones posteriores.

La arquitectura religiosa tiene diversas muestras de interés. En Balmaseda llegaron a contabilizarse cinco ermitas:

Ermita de La Magdalena: en el Camino de Castro Urdiales. Se la cita como una posible leprosería, fundada en el siglo XV por los monjes de San Lázaro, extramuros de la villa.

Ermita de San Sebastián: también llamada de San Roque, está situada en la cumbre del Monte Kolitsa. Es la más antigua pues data, según lápida de la fachada, del año 1111. En ella se refugiaba la población con motivo de pestes y epidemias (16).

Ermita de Santo Domingo: cercana a la iglesia matriz de San Severino.

Ermita de San Benito: en el monte del mismo nombre, sobre el barrio de Las Tenerías.

Ermita de Jesús Nazareno: cercana al Campo de las Monjas, en la salida hacia Mena. De las cinco ermitas, las tres últimas han desaparecido, la de la Magdalena se convirtió en casa de vecindad y solamente queda en pie la de San Sebastián.

En una villa donde el clero fue poderoso, no habían de faltar los conventos. Dos existían en el siglo XVIII, de los cuales solamente uno sigue en pie, aunque deshabitado. Era el más antiguo e importante el de Monjas de Santa Clara, de estricta clausura, situado extramuros, en la salida hacia Burgos y junto al arroyo Abedular. Fue la fundación piadosa de un balmasedano residente en Indias, legado de su testamento en la ciudad de Panamá el año de 1666. Tenía y tiene además de la casa conventual, iglesia de cruz latina con vivienda adosada para Preceptoría y Cátedra de latinidad. Estuvo habitado hasta 1983 por la comunidad de clarisas.

El otro convento, ya desaparecido, fue el de Frailes Carmelitas Descalzos, que estaba situado en el barrio del Cristo, en los terrenos que hoy ocupan los talleres del Ferrocarril de La Robla. Se fundó en 1732, gracias al mandado de un beneficiado cabildar. Durante la Guerra de la Independencia sirvió como cuartel de las tropas francesas de ocupación, y al terminar la contienda estaba deshecho y abandonado.

La iglesia matriz de San Severino se comenzó a construir a finales del s. XIV o principios del s. XV, y fue una obra grandiosa para la época. Es un bello templo de estilo gótico, de tres naves, con interesantes vidrieras. A su primitiva planta se fueron añadiendo capillas laterales costeadas por las mejores familias de la villa (17).

El templo fue restaurado a principios del s. XVIII, debido a su estado un tanto ruinoso. Se levantó la torre nueva y en la fachada sur se abrió un bello pórtico, bajo el cual se celebraba el mercado los días de lluvia. Este pórtico fue demolido en 1887 tras una nueva restauración (18).

La iglesia aneja de San Juan Bautista del Moral, es un templo más modesto, de una sola nave, con torre de estilo barroco. Cerrada al culto durante más de 40 años, en la actualidad alberga el Museo de Historia de la Villa

A lo largo de este siglo Balmaseda ha ido perdiendo su acervo monumental, que ya había quedado bastante menguado por las conflagraciones del siglo pasado. Entre ambas centurias la villa ha visto desaparecer el Castillo y las Murallas; cuatro ermitas; los dos conventos, uno demolido y el otro vendido; el pórtico sur de San Severino y prácticamente todas las Casas-Torre.

NOTAS :
(13).- Las describe HEROS, M. de.; Historia de Balmaseda; Bilbao 1926; TAL p. 504. En realidad transcribe a VEDIA, E.; Memorias para la Historia de Balmaseda: año 1853; p. 88. Es ésta una obra inédita, aunque conocida en manuscrito por algunos autores. La altura de las murallas era «como de 14 pies y levantaba más que el Convento de Sta. Clara»; ver A.R.CH.V.; Sala Bizkaia. Pleitos Civiles, leg. 1820-3, año 1787
(14) .-GARAGORR1, P.; Los castillos de Balmaseda y la Piedra. Madrid 1956. p. 31. También en BASAS, M.; Las Casas Torre de Vizcaya. Bilbao 1977, p. 20.
(15).-IBARRA, A. Torres de Vizcaya, Bilbao 1946, p. 41. También en BASAS, M.; op.cit.
(16).- HEROS, M. op. cit. T. II, p. 483. Su descripción en BARRIO, 1.A., La arquitectura Románica vizcaína, Bilbao 1985, p. 72 y ss.
(17).- La capilla más grande y de mayor interés histórico es la del Santo Cristo de la Misericordia que fue encargada por la familia Urrutia a Juan de Rasines el año de 1545. Ver Catálogo Monumental de la Diócesis de Bizkaia. Bilbao.
(18).- HEROS. M. de., op. cit. Tomo II, p. 512, notas 23 y 24. También en LABAYRU, E. de.. Historia General de Bizkaia, Bilbao 1970. T. II, p. 541. Ver el grabado antiguo de OÑATIVIA. en el que aparece San Severino con su pórtico antes de la demolición.

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02.2.- El Encuadre Urbano

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El discurrir del río Kadagua por su valle, condiciona la ubicación de Balmaseda, precisamente allí donde la terraza fluvial es más amplia, sobre la margen izquierda. Por el contrario, la orilla derecha es mucho más escarpada y apenas deja lugar para asentamiento alguno.

Aprovechando una pequeña altura a la sombra del pico Campazos, el cerro de Polo de 250 m. de altitud, se edificó sobre él un castillo defensivo, que prolongaba sus murallas hasta el río como inmejorable defensa natural.

Balmaseda, por su emplazamiento y situación, en una vía de paso natural entre Bizkaia y la Meseta, en una confluencia de rutas, responde al planteamiento de ciudad-camino medieval, al resultar un lugar de tránsito y reunión, punto de intercambio de mercancías, parada obligatoria de caravanas de arrieros y mulateros, de diligencias y de gentes que vienen a vender y a comprar. Todo ello la convertirá muy pronto en una villa-mercado. De este modo, Balmaseda pasa de tener una función estratégica y de encrucijada, a una función comercial que es en definitiva, la que le dará su genuino carácter.

La villa de Balmaseda, como conjunto urbano, presenta un núcleo primitivo conformado por cuatro calles paralelas entre sí y al río, con dos plazas principales en sus extremos, una al N. y otra al S. descendiendo del cerro y hasta llegar al río, las arterias urbanas son las siguientes:

Calle de la Cuesta: la más cercana al castillo y la menos habitada.

Calle de la Correría: en el centro de la villa y la calle más larga, donde se concentraba la industria calderera en los siglos XVI y XVII. Por ello también se la conocía como calle de la Calderería.

Calle del Medio: en ella se situaban hasta el siglo XVIII el Ayuntamiento y el primitivo hospital.

Calle Vieja: también llamada Bajera, es la más próxima al río y en ella se encuentra la iglesia aneja de San Juan del Moral (9).

Eran por tanto, cuatro calles cortadas transversalmente por otras tres, más estrechas, denominadas cantones, conformando de esta forma manzanas de casas de proporciones rectangulares. Todo este entramado urbano se hallaba rodeado por unas murallas que partiendo del castillo, protegían el perímetro urbano.

Las calles eran estrechas y con poca ventilación, apiñándose en ellas las casas. Los edificios eran de una gran sencillez, casi siempre en madera, ennegrecida por efecto de las abundantes lluvias, con una altura media de dos pisos. En general, tanto tejados como balcones mostraban una completa anarquía con respecto a las edificaciones vecinas (10).

Completaban la zona intramuros las dos plazas principales:al N. , en la entrada desde Bilbao, la del Mercado o de San Severino y al S. en la salida hacia el Valle de Mena, la llamada de los Toros y más tarde de los Fueros. Había una tercera más pequeña, la del antiguo Ayuntamiento, llamada Plazuela del Marqués, en honor al de Legarda, en la confluencia N. de las calles Vieja y del Medio.

A pesar de su reducida extensión urbana, Balmaseda contaba con diversos barrios, todos con personalidad bien definida. Intramuros se situaban los del Cubo y San Lorenzo. Este último, inmediato al Puente Viejo, era una zona de calles pequeñas, estrechas e intrincadas que, sin embargo, constituían un bloque muy compacto; cosa nada extraña si se tiene en cuenta que se trataba de la antigua judería, la única que, al parecer, existió en el Señorío de Bizkaia (11). El barrio del Cubo, por su parte, estaba situado en la salida nueva hacia Mena y recibía su nombre de la gran torre o cubo que formaba la casa de los Puente.

Con el tiempo la villa fue creciendo y sobrepasó su perímetro primitivo; la expansión urbana rebasó ampliamente los estrechos límites amurallados y la población creció allí donde la topografía se lo permitía. Así aparecieron los arrabales:

Las Tenerías: zona de artesanos, curtidores y zapateros, como lo indica su nombre, se situaba y se sitúa, en la margen derecha del Kadagua.

El Cristo: al otro lado del Puente Viejo, en sus terrenos se levantó el Convento de Frailes Carmelitas y su lugar lo ocupan hoy los Talleres del Ferrocarril de La Robla.

La Magdalena: en el Camino de Castro y cerca de la ermita de su nombre (12).

Por último el ámbito rural de la villa estaba conformado por las llamadas Caserías, abundantes e importantes, íntegramente dedicadas a la agricultura y la ganadería.

Notas :
(9).-En el s. XIX se cambiaron algunos de estos nombres por los de hijos ilustres de la villa (así la calle Vieja lo es de Pío Bermejillo); pero siempre han prevalecido popularmente los nombres medievales.
(10).-GARAGORRI, P.; Noticias y datos históricos de Balmaseda; Madrid, 1956: p. 12.
(11).-CANTERA BURGOS, F.; Las juderías medievales en el País Vasco; Madrid, 1971; p. 40.
(12).- Por diversos documentos parece que este barrio fue una zona de no muy buena fama en la villa.

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02.1.- El Medio Geográfico

Mapa 8.1. Las Encartaciones

La villa de Balmaseda se halla situada en la comarca más occidental del Territorio Histórico de Bizkaia: Las Encartaciones. Es una zona de transición entre el País Vasco y la Montaña, por el lado occidental, y entre la depresión vasca y las tierras altas de la Submeseta Norte, por el sur.

Toda la comarca de Las Encartaciones es zona de terreno muy montuoso, aunque las altitudes no sean, por lo general, demasiado notorias. Sus montañas, dentro de una tectónica fundamentalmente pirenaica, están orientadas en la dirección dominante de los Montes Vascos, es decir SE a NO, aunque en su zona más occidental los pliegues más amplios tornan la trayectoria OE.

Los terrenos de Las Encartaciones emergieron de fondos marinos durante la Era Terciaria, después de haberse efectuado en ellos un abundante depósito de sedimentos, en gran parte calizas, para elevarse a continuación hasta el período Plioceno, al tiempo que se conformaba su estructura plegada. Las lluvias abundantes y los procesos erosivos acabaron por modelar externamente aquella primitiva disposición, aunque sus líneas siguen manteniendo la estructura de pliegues de poco fondo, donde se alternan anticlinales con alturas del Cretáceo Inferior y sinclinales con fondo del Cretáceo Superior.

Dentro de la citada comarca, la villa de Balmaseda se sitúa en el extremo sur, prácticamente en el límite entre Bizkaia y las tierras burgalesas. El término municipal limita con los de Arcentales, Sopuerta y Zalla, de O. a E. y por el S. con el Valle de Mena.

El municipio balmasedano se ve afectado, en su mayor parte, por las estribaciones de la Sierra de Ordunte que, desde la provincia de Burgos, penetran en dirección SO-NE. Es una zona de elevaciones medias y vertientes abruptas, como son los Montes Lampazos, Nevera y Portugalejo al N. y el Arbaliza al S. Todos ellos forman un auténtico arco en cuyo centro queda, casi cercada, la pequeña explanada que forman el río Kadagua y su afluente el Kolitsa.

Por su localización en la Cornisa Cantábrica, el clima imperante es el oceánico, en su variedad vasco-cantábrica: inviernos suaves y veranos templados, temperaturas medias superiores a los 12° y precipitaciones frecuentes que alcanzan los 1.500 mm. anuales. Por ser ésta una zona de valles, las oscilaciones térmicas diarias son más marcadas que en la costa y las nieblas muy frecuentes, especialmente las matinales (1).

Paisaje Vegetal y fauna

Las precipitaciones abundantes y el carácter moderado de las temperaturas, favorecen la existencia de un paisaje vegetal siempre verde y fresco. El bosque natural antiguo, formado fundamentalmente por manchas de robles y hayas, ha sufrido a lo largo de los siglos una tala bajo control, a fin de subvenir a las necesidades de madera para la construcción y como combustible.

Por ello, la vegetación natural ha retrocedido, dejando paso a landas de tojos, helechos, etc. o bien ha sido sustituida por elementos arbóreos extraños y alóctonos, como el pino o el eucalipto.

Históricamente las especies vegetales eran variadas y numerosas como lo atestiguan documentos de la época. Además de robles y hayas, ya mencionados, abundaban los castaños, fresnos, bonos o madroños,… bien aislados o formando bosques. Se cita también la existencia de chopos, alisos, abedules, álamos, hayas, nogales, olmos, sauces e incluso olivos. Otra especie de interés eran los juncos o mimbres, que crecían en las orillas de los ríos (2).

Ver ampliación de este tema en el siguiente punto 02.1.1: Paisaje Vegetal y Fauna desde el siglo XVI

Relacionada con la riqueza del tapiz vegetal y la abundancia de corrientes superficiales, aparecía además una fauna, peculiar de montes y bosques (3), que fue objeto constante de caza y batida, hasta llegar a su casi total extinción a principios del s. XIX (4).

El río Kadagua, sometido hoy a una acelerada degradación ecológica, fue a lo largo de los siglos que nos ocupan, un río de aguas límpidas, amenas orillas y abundante pesca, según testimonio de los contemporáneos (5). Eran frecuentes las truchas, anguilas y loinas, siendo proverbial la riqueza piscícola de toda la cuenca.

Hidrografía

Todo el término municipal y la propia villa de Balmaseda están cruzados por el río Kadagua, al que antiguamente se le denominaba río Salcedón, por la abundancia de salces o sauces que asomaban a sus orillas. El Kadagua es río de curso corto, apenas 67 kms. de longitud, de los cuales aproximadamente 45 kms. discurren por el territorio de Bizkaia. Nace en pleno Valle de Mena burgalés, en el lugar de Cadagua, y al penetrar en tierra vasca, poco después de El Berrón, deja a su izquierda un pequeño vado donde se sitúa precisamente la villa de Balmaseda, cuyas casas baña la corriente.

Tras atravesar la comarca encartada desemboca en la ría del Nervión-Ibaizabal, a la altura de la antigua barra de Lutxana, en la Anteiglesia de Barakaldo (6).

Debido al régimen pluvial oceánico del territorio por el que discurre, el Kadagua es un río de caudal suficiente y régimen regular, con aguas bajas en período estival. Su regularidad no impide sin embargo, crecidas ocasionales (7).

La corriente del Kadagua se ve incrementada, además, a la altura de la villa, por el aporte de varios arroyos que en él desembocan:

Abedular: también llamado río Chiquito y actualmente del Hospital, nace en el Monte Kolitsa, en el lugar conocido como Pozo Rubio.

Acebo: Nace en el monte de su mismo nombre y se une en su recorrido a los arroyos Alisal, Riscos y Armón. Discurría en tiempos a ras de las murallas, detrás de la iglesia parroquial de San Severino.

Sequillo: Desemboca en la zona de La Penilla, en la salida de la villa hacia el Valle de Mena.

Tenerías: Cruza el antiguo barrio extramuros de Las Tenerías, desembocando en el Kadagua enfrente del Abedular (8).

NOTAS :
( 1 ) .- Los vientos que llegan a Balmaseda reciben distintas denominaciones dependiendo de la dirección en que soplan; así, el Abrego llega del Sur, el Carranzano es el viento del Oeste, el Cierzo sopla del Norte y el Regañón del Noroeste. Y además el Solano, viento cálido y sofocante. Ver Biblioteca Nacional. TOMAS LOPEZ: manuscrito 7.311; f. 404. Descripción geográfica de Balmaseda CARRERAS CANDI, F; Geografía General del País Vasco-Navarro; Barcelona, 1926; T. Bizkaia, p. 900.
( 2 ) .- Se usaban los mimbres para elaborar todo tipo de cestería. Su recogida anual era fijada por el Ayuntamiento; generalmente entre finales de diciembre y mediados de enero.
( 3 ) .- BOWLES, N; Historia Natural de España; Madrid 1782; p. 293. Señala este autor que «la caza (en Bizkaia) sería abundante si no hubiese tantos cazadores». Cita las perdices, codornices, poco conejo y en los montes jabalíes. Afirma que «los lobos son raros… de 100 en 100 años se ve un oso… aunque garduñas y raposas hay bastantes».
( 4 ) .- TRUEBA, A. de; Las Encartaciones; Bilbao 1978; p. 58. Cita a Iturriza a propósito de abundar (según el autor) los jabalíes, tigres, lobos, raposos y otras fieras nocivas. Esta fauna era abundante en la Baja Edad Media. En el mercado de San Sebastián, en los siglos XIII y XIV, se vendía una gran variedad de pieles de garduña, zorros, etc. Ver ARIZAGA, B. de; El Nacimiento de las Villas Guipuzcoanas; San Sebastián, 1978, pp. 53-54. El mismo tipo de fauna existía en el vecino Valle de Carranza, donde antaño fueron abundantes los osos, desaparecidos a finales del s. XIX. Vivían lobos, zorros, gatos monteses, garduñas, etc. Ver VICARIO DE LA PEÑA, N; El Noble y Leal Valle de Carranza; Bilbao, 1975; pp. 55 y 131. También en el Valle de Gordejuela fueron abundantes los osos y lobos, que andaban en grandes manadas por el año de 1566, desapareciendo casi todas las alimañas a mediados del s. XIX. Ver ESCARZAGA, E. de; Descripción Histórica del Valle de Gordejuela; Bilbao, 1919; p. 91.
( 5 ) .- ITURRIZA. hace una poética descripción del río «caudaloso y sembrado a veces de grandes presas y bulliciosas cascadas… los caseríos y aldeas reproducíanse en el cristal de sus aguas…». Ver Historia General de Bizkaia, Bilbao 1785. p. 649.
( 6 ) .- ARANEGI, P; Geografía del País Vasco: Madrid, 1936, p. 26.
( 7 ) .- Estas se pueden producir si las lluvias son fuertes en los montes de Ordunte. Normalmente sus mayores caudales se suceden a comienzos del invierno y de la primavera.
( 8 ) .- HURTEBISE, E.; Narraciones Históricas de la Villa de Balmaseda; Bilbao 1905; p. 15. Estando en zona de abundantes calizas los manantiales que afloraban en el término de la villa se aprovecharon como Fuentes Públicas. Estaban situadas en la Plaza de los Fueros (antes de los Toros), en la plazuela del Marqués y por último, frente a la parroquia de San Severino.

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