Era proverbial la riqueza de vegetación y variadas especies animales en el entorno de la villa
En Diciembre del 2012, una escueta nota de prensa decía así: “Hallan un gato montés puro en las Encartaciones”. Según la misma noticia, el animal tenía una pata delantera fracturada, a consecuencia posiblemente de un cepo. Fue tratado en el centro que la Diputación de Bizkaia tiene en Górliz, antes de ser devuelto a su medio natural.
Un gato montés es una especie de pequeño felino, de mayor envergadura que el gato doméstico pero con pelaje gris rojizo, rayado a bandas negras y la cola leonada, con la punta y dos anillos también negros. Vive en los montes del norte de España y corresponde a la especie Félix Sylvestris. A veces se aplica indebidamente este nombre al “gato cimarrón “(cruce de gatos domésticos con gatos asilvestrados) e incluso al hermoso lince.
Esta noticia trajo a mi mente lo que había yo investigado, en el trabajo de mi Tesis Doctoral publicada en 1985, sobre este interesante asunto de la fauna, y también de la flora, en el medio geográfico. Aquí puede conocerse parte de aquella investigación.
El Paisaje Vegetal
Las precipitaciones abundantes y el carácter moderado de las temperaturas, en el entorno de la villa, favorecen la existencia de un paisaje vegetal siempre verde y fresco. El bosque natural antiguo, fundamentalmente de robles y hayas, según la altitud, ha ido sufriendo una tala sin control, siendo utilizada su madera para la construcción y como combustible, con preferencia a otros diversos usos.
Por ello, esta vegetación natural ha retrocedido, dejando paso a landas de tojos, helechos, etc., cuando no se ha visto sustituida por elementos arbóreos extraños y alóctonos, como el propio pino o el eucaliptus.
En tiempos pasados, sin embargo, la vegetación, a pesar de su uso intensivo, era abundante y, desde luego, variada en especies. A veces se podría incluso usar el término flora, en lugar del de vegetación, por la diversidad de géneros vegetales en espacios reducidos. Prácticamente todos los más significados autores, dan noticia de las diversas especies.
Así, la arboleda que forma bosque, como unidad, está constituida principalmente por las siguientes especies:
- Castaños que no usan para carbón, sino para castaña.
- Fresnos, que forman sombra agradable.
- Robles, que formaban el bosque originario
- Bortos o Madroños, que pueblan la mayor parte de los montes comunales (1)
- Encinares, que se acababan secando cuando les iban a robar los borullos ( 2}.
Aparte de estas especies, los autores dan noticia también de chopos, alisos, abedules, álamos, hayas, nogales, olmos, salces (sauces), etc. Incluso se habla de olivos (3).
Lo que abunda es un arbusto salisáceo que crece en las orillas de los ríos y cuyas varillas (que comúnmente llamamos juncos) sirven para hacer todo tipo de cestería; son los mimbres. Al igual que se fija la época de vendimia del vino, también el Ayuntamiento fija la fecha de recogida de los mimbres, imponiendo sanciones a quien no la respete. Solía ser ésta, entre finales de diciembre y el mes de enero, dejándose rara vez para el de febrero. Pensamos que sería en función del tiempo atmosférico, por cuanto las escasas lluvias nutrirían el crecimiento del junco y retrasaban así su recogida. Las penas a los infractores eran fuertes: 9 días de cárcel se les imponía en 1728 (4).
A pesar de las sacas continuas de leñas, la auténtica ruina del arbolado proviene de la Guerra de la Independencia, continuándose el deterioro durante las Guerras Carlistas. Desde entonces, se da mucho más valor a la agricultura, y siendo abundantes los frutales también hay bosques de:
- Roble común para madera y carbón
- Castaño para castañas y carbón, aunque este sea de mala calidad
- Haya común que da buen carbón y le hace la competencia al de roble.
- Nogal para madera y nueces.
En mucha menor proporción también existen, según Madoz, hacia mediados del siglo XIX: abedul, abedulillo o carpe; aliso común; aliso de hoja plateada; fresno común; acer campestre o común; platanoide de hoja de parra; peral silvestre; cerbal de cazadores; tejo común; sabina; lentisco; acebo; níspero; espino albar; ciruelo silvestre y saúco. Abundan en las orillas del río Cadagua el sauce blanco y los mimbres que se consumen mucho, así como el homecillo o lúpulo que se usa para la elaboración de cerveza (5).
La Fauna
Enormemente relacionado con el tapiz vegetal fresco, así como con la abundancia de corrientes de aguas cristalinas, aparece una fauna peculiar de bosques y de ríos que va a ser objeto de ojeo y batida constante en dos sentidos bien distintos ambos: los animales de pelo, por su leyenda, a veces real, de fiereza y destrozos, y los animales de escama (peces) por su apreciada carne. Bowles señala a fines del siglo XVIII que » la caza sería abundante (en Vizcaya) si no hubiese tantos cazadores » (6).
Al margen de las llamadas alimañas, prácticamente nada aducen las diversas fuentes sobre la caza en Balmaseda; por ello podemos señalar muy poco sobre las especies de la zona. El mismo Bowles habla de perdices, codornices, alguna liebre, poco conejo y en los bosques jabalíes; esto lo menciona para Vizcaya en general, aunque realmente nada nos impide localizarlo también en Balmaseda. Sobre esto, y unas líneas más adelante afirma que… “los lobos comunes son raros… de 100 en 100 años se ve un oso… aunque garduñas y raposas hay bastantes...” Aún así las capturas de todos estos animales, han sido abundantes en la villa y sus cercanías; quizás, en esta cuestión, las Encartaciones no eran iguales al resto de Vizcaya.
Algo parecido nos vamos a encontrar con el tema de las recompensas. Si sobre la caza, como decimos, no existen apenas referencias concretas, nos consta, en cambio, que las batidas contra los llamados dañinos o alimañas fueron constantes y bien pagadas, lo cual llevó ya a principios del siglo XIX al casi total exterminio de todas las especies perseguidas. En esa centuria los datos son ya muy escasos y van unidos a partidas diversas que nos impiden cualificar detalles. Es posible que la gran caza de los siglos anteriores tuviera diezmadas las alimañas. En este sentido se expresa Trueba cuando hacia 1875 dice que « rara vez se ve un lobo » (7)
La noción del animal dañino o nocivo encubre muchos tipos de bichos; todo aquel animal que por el mero hecho de trasladarse, invade huertas, parrales, viñas o heredades, pone ya en peligro su vida, pues se le considera como alimaña. Así llega a ocurrir con las palomas, que según el Ayuntamiento, hacen mucho daño o con los perros que invaden heredades ajenas (8).
Para las capturas se solían hacer profusión de cepos y otros tipos de utensilios, que llegaban a resultar peligrosos para el ganado y para las personas, que normalmente transitaban por los montes, siendo preciso poner edictos, a fin de evitar cualquier tipo de desgracia, que a pesar de todo ocurría (9).
En Balmaseda había buena pesca, lo cual es fácil de creer por la deliciosa descripción hecha sobre el río Cadagua. Lo realmente triste es constatar cómo el río que hoy contemplamos, no nos recuerda apenas a aquel del siglo XVIII, cantado por Iturriza en 1785 ni al citado por Delmás en 1864.
Las loinas del río Cadagua eran muy apreciadas. |
A pesar de las ferrerías y de toda la industria, que a sus orillas estuvo siempre implantada, el Cadagua tenía límpidas aguas, y Delmás nos sugiere indirectamente esta pulcritud del río, al decir que es riquísimo en truchas, anguilas, loinas y salmonetes (10). Y así debió ser desde antiguo, como se desprende de los numerosos toques de atención que el Ayuntamiento da a los balmasedanos, respecto a la pesca en el Cadagua y en sus afluentes.
Pensamos que aparte de ser un divertimento, el ir a pescar debía ser cosa productiva, puesto que en una sociedad tan tradicional como aquella en el plano religioso, el hecho de perder la misa de los domingos parece que solo lo conseguía la pesca. A mediados del siglo XVI se pone de multa 1.000 maravedíes a todos los vecinos que por ir a pescar, dejen de asistir a los oficios diurnos en domingos y días festivos, así como también a los que lo hagan en días de labor, abandonando sus labores y oficios (11).
Estaba, sin embargo, permitido pescar a todos los vecinos de la villa, tanto con bara, turbia y cardazo, durante toda la cuaresma y los días de vigilia, sin pena de ninguna clase (12). Fácil es deducir el interés que atrapar unos buenos peces del río podía producir a los vecinos, con una deficiente economía doméstica. Si nos fiamos de las fuentes, en esta situación debían de estar bastantes balmasedanos, puesto que, el mismo año, se quejan las autoridades municipales de que » el río está perdido, defraudado y pobre de pescado «; parece que las gentes iban a pescar por la noche, y utilizando « hacha y arremanga » (13 ) Un siglo después se sigue pescando con malas artes: remangas, paradejos y esparteles, por lo que las penas son mucho más fuertes; nada menos que 3.000 maravedíes. y 10 días de cárcel para los hallados “ in fraganti» (14 ) . En el siglo XVIII ya estaba establecida la veda, y por ella se perseguía tanto a sus infractores, cuanto a los que usaban aparejos prohibidos o pescaban de mala manera. Con ello se incorpora la reglamentación de la pesca a los Decretos de Buen Gobierno que, como más adelante veremos, recordaban y regulaban cada año las ordenanzas del municipio (15). Bowles en 1775 dice: «la mejor anguila es la que se coge al lado de un molino«. Los molinos abundaban en el Cadagua y no olvidemos que Delmas, casi un siglo más tarde sigue recomendando las anguilas de este río (16).
NOTAS:
(1).- Archivo Municipal de .Balmaseda (A.M.B.).- Libro de la Junta Municipal R. 77 f. 21 v. Año 1886
(2).- A.M.B. Decretos R. 26. f.30 v .Año 1646.
(3).- A.M.B. Acuerdos R. 58. f.108 v. día 9 Setiembre 1798. Pleito contra Manuel de Zornoza por cortar olivos
(4).- A.M.B. Elecciones R. 34 s.f. Día 22 Enero 1728
(5).- MADOZ, P… Diccionario Histórico-Geográfico de España y sus posesiones de ultramar Madrid 1849. Tomo XV pp. 462.
(6).- BOWLES, W. Historia Natural de España Madrid 1782 pp. 293
(7).- TRUEBA, Antonio de Las Encartaciones Bilbao 1978. pp.58. Cita a ITURRIZA a propósito de abundar (según el autor) los jabalíes, tigres, lobos, raposos y otras fieras nocivas. Esta fauna era abundante en la Baja Edad Media: en el mercado de San Sebastián, en los siglos XIII y XIV, había una gran variedad de pieles de garduña, zorros, etc. Ver ARIZAGA, B. de. El Nacimiento de las Villas Guipuzcoanas. San Sebastián 1978, pp. 53-54. El mismo tipo de fauna existía en el vecino Concejo de Carranza, donde antaño fueron abundantes los osos, desaparecidos a finales del siglo XIX. Vivían lobos, zorros, gatos monteses, garduñas, etc. Ver VICARIO DE LA PEÑA, N. El noble y leal valle de Carranza, Bilbao 1975, pp. 55 y 131. También en el Valle de Gordejuela fueron abundantes los osos y lobos, que andaban en grandes manadas por el año de 1566.; desapareciendo casi todas las alimañas a mediados del siglo XIX. Ver ESCARZAGA, E. de, Descripción histórica del Valle de Gordejuela, Bilbao 1919. pp. 91.
(8).- A.M.B. Decretos R. 26. f. 344 v. Decreto del 14 de Abril de 1662.
(9).- A.M.B. Decretos R. 30. f. 35. Decreto del 20 de Diciembre de 1795
(10).- DELMAS, Juan E. Guía del Señorío de Vizcaya. Bilbao 1944. pp28.
(11). – A.M.B. Acuerdos R. 9. f.31. Decreto del 26 de Julio de 1549.
(12).- Ibidem. F. 93. Decreto del 2 de Marzo de 1553.
(13):- Ibidem. F. 29 v. Decreto del 4 de Julio de 1549
(14).- A.M.B. Decretos R. 26. f.9. Año de 1644
(15).- A.M.B. Elecciones R. 35. Decreto de Buen Gobierno Año 1730.
(16).- BOWLES, W. op. Cit. pp. 294.