10.2.- Balmaseda Jacobea

BALMASEDA Y EL CAMINO DE SANTIAGO

Texto de José Angel Lecanda, Doctor en Historia, en el libro » Balmaseda.Una historia local». VV.AA. D.F.B. Cultura. Bilbao 1991 pp. 23-32

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Las peregrinaciones jacobeas en Bizkaia son aún tema poco conocido y ello a pesar del interés que ya desde tiempos pretéritos mostraron autores como Luciano Huidobro o los profesores L. Vázquez de Parga, J. M. Lacarra y J. Uria cuyas obras se han convertido en clásicos del tema (1), aún cuando no tratan específicamente este territorio. Más recientemente el padre Teodoro Martínez (2) retomó esta investigación.

En estos últimos años, diversos autores y entidades se muestran, de nuevo, interesados en conocer y explicar un fenómeno (3) que tuvo unas consecuencias históricas de enorme magnitud en cualquiera de las regiones donde se produjera.

Este desconocimiento histórico en nuestro territorio evidentemente tiene su justificación: falta de documentación, escasas investigaciones arqueológicas relacionadas con el tema, ausencia de grandes obras monumentales y, sobre todo, el monopolio conceptual que de las peregrinaciones jacobeas ha realizado el Camino Mayor o Francés.

Calle de En medio. Balmaseda
Calle de En medio. Balmaseda

Pero, por otra parte no podemos olvidar que similar situación de imperfecto conocimiento del pasado histórico de Bizkaia se produce a nivel generalizado para todo el período alto- medieval y sólo a partir de lo que venimos a llamar Plena Edad Media comienzan a definirse con aceptable exactitud los aspectos económicos, sociales y políticos de este territorio (4). Sin embargo, ello no ha sido obstáculo para que se intenten ensayos de reconstrucción histórica basados en extrapolaciones documentales y planteamiento de posibles analogías con procesos y situaciones conocidas en territorios cercanos, especialmente Álava, Cantabria y norte de Burgos.Así podemos hablar de los caminos de peregrinación jacobea en Bizkaia y del papel que en ellos juega Balmaseda aunque de hecho no contemos con datos explícitos en este sentido.

Descubierta la tumba del Apóstol a comienzos del siglo IX y construida sobre ella la primera basílica por obra del rey asturiano Alfonso II, el Casto, se produce una difusión inmediata por toda la cristiandad, peninsular y europea, que provoca una respuesta casi instantánea en forma de peregrinación. El máximo apogeo será a partir del siglo XI y XII, cuando garantizado el control cristiano del norte peninsular y reformado el trazado del camino en favor de las tierras navarro-riojanas, quede definitivamente instaurado el que conocemos como Camino Francés.

Cabeza de Santiago. Guiot de Beaugrant, E.A.E.K.M./M.A.E.H.V.
Cabeza de Santiago. Guiot de Beaugrant, E.A.E.K.M./M.A.E.H.V.

La documentación referente a Bizkaia, parca e indirecta inicialmente, se hace más numerosa y concreta precisamente cuando la ruta principal está totalmente definida y el tránsito de nombres, ideas y mercancías supone un movimiento continuo. Es también en esta época, a partir de los siglos XIII y XIV, cuando Bizkaia se encuentra en condiciones de favorecer el peregrinaje: existen villas y puertos costeros. La cristianización es evidente y cuenta con importantes centros de culto – Cenarruza, Santiago de Bilbao, etc.-. El desarrollo económico es manifiesto y la existencia  de poderes jurídicos y políticos está consolidada y aseguran cierta tranquilidad al viaje.

Atrás quedan las descalificaciones que de vascos y navarros hace Aymeri Picaud en el siglo XII (5) y a partir del siglo XIII parece clara la existencia de una vía que desde Irún cruzaba toda Gipuzkoa.  En el siglo XVI, la «Nouvelle Guide», editada en París por Nicolás Bonfons, en 1582, señala que se utiliza más el paso de Bayona-Hendaya que el de Somport ó Roncesvalles (6). Las referencias al camino costero aún siendo indirectas, aparecen desde el Codex Calixtinus y no cesarán posteriormente aunque también es verdad que este trayecto seguiría, generalmente, de forma parcial hasta enlazar con las vías que conducen al camino por antonomasia y que responden a una mejor adecuación a la realidad socio- económica de la Baja Edad Media vizcaína (7).

Que la ruta costera sea la más antigua o sea de posterior utilización es algo anecdótico en este caso, pero necesariamente debía ser utilizada tanto por quienes venían desde Gipuzkoa, como por los que partían desde Bizkaia o por los que desde puertos lejanos arribaban en diversos puntos de nuestro litoral, además de por quienes en los primeros tiempos dudaban entre seguir la ruta interior amenazada por los musulmanes y ésta costera de difícil practicabilidad (8).

Uno de estos enlaces entre las dos rutas se producía por el valle del Cadagua y en él encontramos la Villa de Balmaseda. La conexión no respondía, por otra parte, a una trivial elección. Este valle del Cadagua era secularmente, vía natural de comunicación entre las tierras meseteñas y el litoral cantábrico; esta cualidad geográfica había facilitado su utilización, documentada arqueológicamente (9), desde la etapa imperial romana su uso continúa plenamente vigente en nuestros días (10).

La existencia de una calzada romana, mantenida y reparada a lo largo de toda la Edad Media, se convertía en un claro aliciente  para  los peregrinos en su marcha hacía Galicia. Al amparo de este tránsito y, evidentemente de otro menos piadoso, como elemento necesario en cualquier vía de comunicación -por causas políticas, fiscales, sociales o económicas- surge la Villa de Balmaseda (11).

Don Lope Sánchez de Mena, Señor de Bortedo, crea esta villa en 1199, que será dotada con el Fuero de Logroño con las exenciones y privilegios que ello comportaba. En su creación se delimitan jurisdicciones, se detalla que la villa tenga iglesia, cúales son sus calles y los solares a repartir de sus 5,3 hectáreas; días de mercado, y en general todo aquello que suele concretarse en fueros y cartas puebla. La villa quedará cercada y protegida por un castillo.

Diversas coyunturas favorables motivan su crecimiento y desarrollo urbano y buena prueba de ello es el asentamiento de una importante comunidad judía en la villa (12). A este crecimiento contribuirían de forma no poco considerable los peregrinos que con su trasiego y sus necesidades demandaban ciertos servicios en la villa.

Así, perfectamente definida la villa, nos encontraríamos ante un urbanismo típicamente medieval: cuatro calles paralelas cruzadas por cantones, todo ello protegido por una muralla que contaría con diversas puertas, y como necesidad ineludible de villa caminera, un elemento viario de primer orden para salvar el vado del río: el puente.

Salían los peregrinos de Bilbao por la Anteiglesia de Abando (por la actual calle Autonomía) y ascendiendo el alto de Castresana cruzarían el Cadagua por el Puente del Diablo, románico, de un solo ojo, para por la ribera izquierda del río llegar a la ermita de Santa Agueda y allí venerar la imagen de Santiago Matamoros.  Igualmente venerarían otra imagen del Apóstol en la ermita de San Antolín. Ambas pertenecen hoy al término municipal de Barakaldo.

Muy posiblemente el más antiguo camino se encuentra bajo el trazado de la línea férrea ya que durante el período de la revolución industrial, la burguesía vasca apostó por el ferrocarril y su potencial económico le permitió obtener las mejores rutas para asentar sus raíles y traviesas.

Alonsótegui, La Cuadra, Güeñes… serían otros jalones de esta ruta: su pasado medieval queda patente en casas torre, puentes e iglesias, que nos sitúan en cronologías del siglo XIV-XV.

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Salvador, Iglesia de San Severino, Balmaseda

Desde el barrio de San Pedro de Zalla podemos reconstruir con bastante fiabilidad el trazado de la calzada que conducía a Balmaseda y que coincide con el que otrora fuera «Camino Real». En la actualidad diversos tramos empedrados y otros asfaltados -los más – nos llevan por Ibarra, junto al río, hacia Bolumburu y de allí hasta La Herrera. Aquí el valle se angosta antes de llegar a Balmaseda y antes de enlazar con la vía que por Avellaneda venía de Castro Urdiales.

En La Herrera podemos observar otro bello ejemplar de casa-torre, patente muestra de los poderes feudales locales. El Castillo de la Piedra que, más antiguo, se encuentra sobre un altozano controlando la convergencia de las dos rutas ya señaladas, la de Castro y la de Bilbao.

Balmaseda es el último hito vizcaíno en la ruta de peregrinación jacobea antes de penetrar en tierras burgalesas y enlazar con la gran ruta compostelana. La alcanzamos por la ribera izquierda del Cadagua o por la derecha atravesando el Puente Viejo, y penetraríamos en ella por alguna de sus puertas abiertas en las murallas. Peregrinos, comerciantes y viajeros podían encontrar alojamiento y comida en la villa: recuérdese que en su carta puebla se especificaba que desde Villasana de Mena hasta Sámano, solo Balmaseda contaría con tabernas, venta de pan y de cebada o carnicerías.

Además de hospedaje, la adquisición de telas o paños, zapatos o cualquier otra mercadería solo podía efectuarse en un lugar como este. Por añadidura disponía de dos iglesias (al menos desde el siglo XV), amén de otras ermitas en sus proximidades.

Antiguo Hospital, Balmaseda.
Antiguo Hospital, Balmaseda.

Hoy por hoy, y al margen del claro urbanismo medieval, el elemento histórico-artístico más antiguo y, a la vez, más sobresaliente de la villa es el Puente Viejo, Romano o de Muza, que de las tres formas es denominado. Esta declarado Monumento Nacional; es románico aunque de probable origen romano como elemento integrante de la vía Flaviobriga-Pisoraca, esta defendido por una torre medieval. Era, en la práctica, el paso entre Castilla y el Señorío de Vizcaya y muchos peregrinos debieron cruzarlo.

San Severino, iglesia parroquial de la villa y otro elemento imprescindible para los peregrinos, fue construida en el siglo XIV presumiblemente sobre una iglesia anterior y contemporánea a la fundación. Actualmente solo podemos contemplar una mixtura de elementos góticos y barrocos. Gótico queda en su planta de cruz latina, en sus ventanales ojivales, en su rosetón, en las bóvedas de sencilla crucería… (13).

Balmaseda necesariamente tuvo que sentir el transitar de peregrinos jacobeos, por situación, por su antigua vía de comunicación, por su desarrollo urbano y económico… fueran gentes procedentes de Europa, vía terrestre o marítima, o fueran únicamente gentes vascas, muchos de los que iniciaron su camino en la costa y posteriormente optaron por continuar por la ruta francesa debieron utilizar este paso natural de conexión en el que se encuentra Balmaseda (14).

NOTAS

(1).- HUIDOBRO, L. Las peregrinaciones jacobeas. 3 vols. Madrid, 1951. Ver vol. 3 Cap. X.  VAZQUEZ DE PARGA, L.; LACARRA, J. M. y URIA, J. Las peregrinaciones a Santiago de Compostela. 3 vols. Madrid, 1949.
(2).-  MARTINEZ, T. El Camino Jacobeo: una ruta milenaria. Bilbao, 1970 y Caminos de Santiago en Vizcaya. Bilbao, 1976. También pueden reseñarse las obras de E. CALLE ITURRINO Bilbao en el Camino de Santiago. Bilbao, 1950 y Rutas jacobeas de Vizcaya. Bilbao, 1963 y el artículo de C. GONZALEZ ECHEGARAY publicado en Revista Vizcaya, núm. 20 (1963) titulado Un Camino de Santiago por Vizcaya.
(3).-  Acaba de publicarse la obra Los Caminos de Santiago por Euskadi, Bilbao, 1991. Editada por el Gobierno Vasco, Dpto. Cultura, uno de cuyos capítulos, a cargo de quien esto escribe, se refiere a los caminos vizcaínos.
(4).-  GARCÍA DE CORTAZAR, J. A. Vizcaya en la Alta Edad Media. Bilbao, 1983 y Vizcaya en la Plena Edad Media. Bilbao, 1988. GARCÍA DE CORTAZAR, J. A. Vizcaya en la Edad Media. Evolución demográfica, económica, social y política de la comunidad vizcaína medieval. San Sebastián, 1985.
(5).-  AYMERI PICAUD, monje de Poitou, escribió el Liber Sancti Jacobi en el primer tercio del siglo XII; decía acerca de los vascos: «Son gentes feroces y la tierra que habitan es hostil, tanto por sus bosques como por su salvajería: la ferocidad de sus caras es semejante a la de su lengua bárbara y oprimen el corazón de quienes los ven». Cita tomada de la obra de BARRET y GURGARD: La aventura del Camino de Santiago. Madrid, 1982. Pág. 93-94.
(6).-  Ver BARRET y GURGARD, op. cit.
(7).-  GARCIA DE CORTAZAR, F. y MONTERO, M.: Diccionario de Historia del País Vasco. San Sebastián, 1983. Voz: «Caminos y carreteras».
(8).-  Ver MARTINEZ, T.: op. cit. Pág. 89.
(9).-  Las últimas aportaciones arqueológicas las ha realizado el Gabinete de Arqueología de Intervención, patrocinado por el Gobierno Vasco en su trabajo de inventariado de patrimonio histórico. Como referencias a esta calzada por parte de señalados investigadores, podemos citar las obras de J. A. ABASOLO: Comunicaciones de época romana en la provincia de Burgos. Burgos, 1975. Págs. 186-197 y GARCÍA MERINO, C.: Población y poblamiento en Hispania romana. El Convento Cluniensis. Valladolid, 1975. Págs. 337-344.
(10).-  Baste citar como ejemplo que por este valle y villa transcurre el ferrocarril de La Robla, que enlaza Bilbao con dicha población leonesa.
(11).-  Aceptamos las tesis del profesor J. A. García de Cortazar sobre el nacimiento de las villas como un elemento ordenador del territorio, de la población, de la economía y del poder. Véase, de este autor, «Las villas vizcaínas como formas ordenadoras del poblamiento y la población» en Las formas del poblamiento en el Señorío de Vizcaya durante la Edad Media.
(12).-  RODRIGUEZ HERRERO, A.: Balmaseda en el S. XV y la Aljama de los judíos. Bilbao, 1947  También GOMEZ PRIETO, J.: Balmaseda S. XVI-XIX, Una villa vizcaína en el Antiguo Régimen. Diputación Foral de Bizkaia. Bilbao, 1991
(13).-  Sobre los aspectos artísticos de la villa puede consultarse las obras de M. BASAS: Vizcaya Monumental. Bilbao, 1982 ó AA.VV.: Monumentos de Bizkaia. 4 vols. Bilbao, 1987 ó AA. VV. Bizkaia: Arqueología. Urbanismo y arquitectura histórica, el volumen correspondiente a Encartaciones.
(14).-  En última instancia la mejor monografía sobre Balmaseda es la tesis doctoral de la profesora Julia Gómez Prieto y en ella se hace referencia puntual a este tema.