05.4.2.- Relaciones Sociales

 

Las Relaciones Sociales en Balmaseda durante la Edad Moderna

Entre tantos hechos, más o menos conocidos, que en Balmaseda sucedieron a lo largo de los siglos, nos parece interesante intercalar algunas notas relativas al vivir cotidiano de la villa, aspecto que siempre queda diluido entre los avatares descollantes de cada centuria.  Y como la historia la hacen precisamente los habitantes de la villa, los víllanos. en el mejor y más exacto sentido del término, hemos hecho un ligero repaso de algunos temas cotidianos, que a lo largo de los siglos aquí estudiados, conformaban de forma muy peculiar la vida diaria, la mentalidad y los anhelos de los balmasedanos.

La Religión, eje de la vida diaria

El sentido religioso presidía toda la vida de la villa. La participación en misas, oficios, procesiones, etc., era obligatoria para el vecindario paralizándose la actividad laboral. La reglamentación era muy estricta al respecto: no se podía trabajar durante tales actos, ni tener tienda abierta, jugar o divertirse, ni  pescar, ni pasear por la villa, ni siquiera salirse de la misa. Las penas por contravenir tales preceptos podían oscilar  entre  200 maravedíes y 10 días de cárcel. (1).

La iglesia parroquial controlaba el cumplimiento pascual de confesar, comulgar y examen de doctrina. Este llamado «Derecho de Cuaresma» daba derecho a una inscripción en un Registro de Practicantes y estar excluido de él significaba muchos problemas en el futuro.  Para mantener vivo el espíritu religioso y sobre todo el sentido moral de los vecinos, se acudía frecuentemente a la predicación. Era práctica habitual que los predicadores platicasen al pueblo durante la Cuaresma y el Adviento, épocas que cubrían buena parte del año. Se predicaba también en los días de Fiesta Mayor y cada cinco años se organizaban unas Misiones Generales en las que, tras confesión general y comunión, los fieles ganaban el «jubileo santo» (2).

Los bailes estaban excluidos de todo el ámbito externo de lugar sagrado, incluyendo en ellos el cementerio, el hospital, y las ermitas, además de iglesias y convento, toda contravención estaba amenazada de pena de excomunión. Se prohibía el baile de parejas juntas bajo multa de dos ducados para los danzantes y de seis días de cárcel para el tamborilero.  La oscuridad era especialmente temida por quienes dictaban este tipo de normas y así cada noche tras el Toque de Animas era obligatorio para el vecindario recogerse en casa.

Festividades Religiosas

El espíritu religioso de la vida diaria se plasmaba especialmente en el abundante número de días festivos anuales, que al margen de domingos y días de precepto del calendario litúrgico, honraban y celebraban un amplio santoral. Eran numerosas las conmemoraciones, tanto religiosas, las más, como profanas, que anualmente se celebraban en Balmaseda. Según datos del año 1783 los días festivos, además de los dominicales, fueron 36 días y conmemoraban principalmente el santo del día. (3).

He aquí la relación de los santos, cuyos días festivos los balmasedanos disfrutaron en el año mencionado:

  • 20 de enero San Sebastián, protector contra epidemias.
  • 24 de febrero San Matías, Gremio de sastres.
  • 19 de marzo San José, esposo de la Virgen.
  • 1 de mayo San Felipe y Santiago, fiesta de los mayos.
  • 15 de mayo San Isidro, patrón de campesinos. Cofradía.
  • 30 de mayo San Fernando.
  • 13 de junio San Antonio, patrón de los solteros.
  • 24 de junio San Juan, pago de los diezmos.
  • 29 de junio San Pedro, patrón de la iglesia.
  • 25 y 26 de julio Santiago y Santa Ana, camino jacobeo.
  • 31 de julio San Ignacio. 10 de agosto San Lorenzo.
  • 24 de agosto San Agustín, padre de la iglesia.
  • 21 de septiembre San Mateo, época de vendimias.
  • 29 de septiembre San Miguel, pago de rentas. Cofradía.
  • 23 de octubre San Severino, patrono de la villa.
  • 28 de octubre San Simón y San Judas, entrada del invierno.
  • 30 de noviembre San Andrés, época de matanza. Cofradía.
  • 21 de diciembre Santo Tomás.
  • 28 de diciembre Santos Inocentes, protección de los niños.
  • 31 de diciembre San Silvestre, tránsito al Año Nuevo.

Además estaban las fiestas tradicionales como Navidad, Corpus, Ascensión, Reyes, etc. Las fiestas dedicadas a la Virgen eran seis, si bien las más devotas correspondían a dos, la Virgen de Agosto y Nuestra Señora del Rosario. En la mayor parte de las festividades se celebraba una misa solemne en San Severino, seguida de una tradicional procesión a la que asistía el Regimiento municipal en pleno y el grueso de la población. (4)

Rogativas y Conjuros

Las rogativas en solicitud de lluvia y los conjuros para evitarlas enfermedades de las plantas o los animales, eran frecuentes en la Balmaseda de los siglos XVI al XVIII, como en todas las sociedades agrarias de la época.

Para los conjuros se traía hasta la villa agua bendita, del Monasterio de San Isidro de Dueñas en Palencia y de San Gregorio Ostiense, en Navarra (5), que los curas de la  parroquia llevaban en procesión solemne hasta los límites del campo, donde era esparcida como «conjuro contra cocos, sabandijas, rugas y horugas»así como contra el pulgón. (6). Tanto rogativas como conjuros eran sufragados por el Ayuntamiento que cada año destinaba una partida al efecto en sus presupuestos.

Las Fiestas Profanas

Cada festividad tenía su parte de celebración profana que los balmasedanos disfrutaban a conciencia.  En los alardes se utilizaban arcabuces y abundante provisión de pólvora y tenían lugar por mandato del Corregidor para celebrar acontecimientos faustos como nacimientos, bodas o embarazos reales, así como victorias del ejército.

En ocasiones llegaban danzantes de fuera de la villa que bailaban con cascabeles y castañetas, y que acompañaban a los gigantes y cabezudos.  También era frecuente que se representasen comedias en las plazas y rincones de la villa. Los comediantes, gitanos y arlequines, representaban obras cómicas y también moralizadoras (7).

Los bailes, con las limitaciones antes señaladas, eran también una de las diversiones principales, y a partir de una fecha el ayuntamiento contrataba el tamborilero para el acompañamiento. Tenían lugar habitualmente frente al ayuntamiento o en el llamado Campo del Puente.

Los toros en Balmaseda tienen también una tradición secular en el entramado festivo. La compra de toros y el presupuesto para las barreras, era un capítulo que el municipio no olvidaba jamás y así aparece en las cuentas municipales cada año desde  1528 (8).

La plaza de San Severino se cercaba con vallas que impidieran cualquier desmán de las vaquillas. Todas las tardes de los días festivos se corría un cebón atado con la maroma a una argolla. También se celebraron a veces festejos taurinos en la Plaza de Arriba o de los Fueros, que era llamada a menudo Plaza de los Toros. Las corridas principales eran las de los días 15 y 16 de agosto, y  para ellas el  ayuntamiento compraba ocho  vacas navarras y se contrataba un torero con su cuadrilla (9).

Hijos Ilegítimos  y Niños Expósitos

La ilegitimidad en los nacimientos no fue un fenómeno aislado y estuvo presente en Balmaseda de forma continua hasta bien avanzado  el siglo XIX. Buena parte de los hijos naturales nacían de las relaciones entre criadas de servicio y el señor de la casa. Algunas veces, sobre todo si el padre tenía un cargo importante, accedía a reconocer al niño, anotándose el acto notarial en la partida de bautismo. Así lo hizo el escribano don José del Villar con su hijo en 1753 (10) y también el alcalde don José de Gorrita en 1795, con reconocimiento paterno, por escritura ante notario (11).

Pero en general son muy pocos los recién nacidos legitimados posteriormente por su progenitor, bien con el simple acto de reconocimiento o contrayendo matrimonio con la madre. Este hecho induce a pensar en la normal existencia de casas de lenocinio, dándose el caso de hijos naturales cuya madrina ha sido madre soltera en años anteriores ; este hecho concreto se repite con cierta frecuencia en el barrio de la Magdalena.

Otras veces las partidas de bautismo de hijos ilegítimos aluden a la madre como «moza libre», y en muchos casos se trata de mujeres «de la vida», ya que aparecen con más de un hijo en tales circunstancias. El tráfico comercial y la presencia de destacamentos militares en la villa, coincide con épocas de auge en los nacimientos ilegítimos (12).

La tasa de hijos bastardos a finales del siglo XIX fue la más alta de la historia de Balmaseda. Quizá contribuyó a ello la implantación del ferrocarril en 1890 y la consiguiente llegada de mano de obra masculina, de solteros o casados sin familia.

Por lo que respecta a los expósitos su situación era sin duda, peor que la de los bastardos. Abandonados en la puerta de San Severino o el Convento de Clarisas, eran recogidos y bautizados por la beneficencia, pasando posteriormente al Hospital Casa-Cuna de Bilbao, que era al tiempo, asilo y hospicio. Estos expósitos eran a menudo apadrinados, pero rara vez adoptados, por familias pudientes de la villa y en ocasiones, alguna vecina se ofrecía a amamantarlos por caridad (13).

Puede decirse sin embargo, que casi el 90% de los niños expósitos, nacían condenados a una muerte casi inmediata. Con el enorme sigilo con que se les abandonaba, en cualquier época del año, incluso en pleno invierno, el resultado era a menudo la muerte por frío, desnutrición o desamparo.  A estos expósitos se les imponía con frecuencia el nombre de María o de Severino, según el sexo, o bien el santo del día. Los apellidos de los no reconocidos eran San Severino, San Juan, Balmaseda o Vizcaya, a secas.

Matrimonios  y  Patrimonio

El matrimonio era, ante todo, un acto necesario para constituir una familia y el medio reconocido de procreación. Entre las clases acomodadas era además un instrumento que permitía conservar, transmitir y sobre todo acrecentar los patrimonios. Por ello era costumbre la redacción de un contrato en el que se especificaba todo lo aportado por cada contrayente. Eran las Capitulaciones Matrimoniales de dote.

Las bodas tenían lugar siempre en el lugar de residencia de la novia y para casarse era imprescindible la autorización paterna, sin la cual ningún sacerdote celebraba el vínculo, evitando de paso los matrimonios «inconvenientes» para ambas familias (14).

Las exigencias documentales eran mucho más exhaustivas cuando uno de los contrayentes, normalmente el hombre, era foráneo e incluso cuando se trataba de balmasedanos ausentes de la villa por más de seis meses, a fin de evitar los delitos de bigamia. Si el novio era militar o soldado, debía presentar además un certificado de soltería firmado por sus superiores. Era habitual formular la llamada «Palabra de Matrimonio», que comprometía a los futuros cónyuges a contraer nupcias, sobre todo cuando uno de los novios debía abandonar por un tiempo la villa. Este acto se realizaba ante notario, pudiendo ser revocado solamente por circunstancias excepcionales (15).

Eran poquísimos los balmasedanos, tanto hombres como mujeres, que permanecían en estado de viudedad, si ésta se producía a una edad no muy avanzada. En su mayoría, tanto viudas como viudos, se casaban en segundas e incluso terceras nupcias.

El binomio viudo-soltera era el más frecuente, con la peculiaridad de que la novia era por lo general mucho más joven que el novio. También las viudas elegían hombres más jóvenes para un segundo matrimonio, si bien en este caso las diferencias de edad eran menos notorias (16).  Cuando el viudo era de mediana edad y de «vida holgada», no tardaba mucho en hallar novia, haciéndose arreglos económicos con herederas o hijas de comerciantes, a fin de mantener el negocio o la propiedad.

La Condición Femenina

Las normas morales dictadas con relación al sexo femenino eran especialmente cuidadosas. Así en algunos decretos municipales, se prohibía a las mujeres agruparse entre ellas bajo pena de multa porque, «reunidas en grupos a la puerta de las casas siembran todo tipo de murmuración». Se advertía también la prohibición de «chismorrear durante los oficios». Otras normas iban especialmente dirigidas hacia las féminas que bajaban a lavar la ropa al río Cadagua. Se ordenaba, bajo multa, que «las lavanderas en el río, deben regazarse adecuadamente y no lavar de forma indecorosa», y además «no deben bañarse los hombres cerca de estas señoras». (17).

El ayuntamiento balmasedano dictó normas con el fin de inculcar la doctrina cristiana a las niñas, a fin de evitar «que se habitúen a la holgazanería como madre de todos los vicios en las de su sexo». La sospecha sobre la moralidad femenina o el peligro de que se las quería preservar, daban orgien a normas muy estrictas sobre las salidas nocturnas:“ninguna mujer casada, soltera, ni aún criada de servicio, ande de noche por las calles de esta villa, sin causa legítima y necesaria. En invierno desde las ocho arriba y en verano desde las nueve” (18)

El ayuntamiento prohibía que las doncellas viviesen solas «sino con padres o parientes con el fin de evitar los grandes escándalos y pecados que se vienen cometiendo». Las Ordenanzas municipales refuerzan esta norma, aunque permiten también que las mozas, vivan en compañía de alguna mujer «de buenas costumbres y vida cristiana» que las sirviera de guarda (19).

Mujer y Trabajo 

El comercio y la actividad gremial que constituyó la base económica de Balmaseda durante siglos, facilitaron la ocupación laboral de la mujer, en mayor medida que en otros lugares de la geografía vascas. En el mercado era muy abundante la mano de obra femenina, donde aparecen con frecuencia las tenderas o taberneras, así como las regateras, panaderas, recaderas, etc. Las «frailas o fraylas» atendían las ermitas; estaban además las hospitaleras. costureras y criadas (20).

En documentos del siglo XVI hemos encontrado referencias a «peonas». que eran contratadas en cuadrillas para la realización de obras públicas, limpiando caminos o acarreando materiales de construcción. Es de notar que el salario era en todos los casos la mitad del asignado a los hombres por idéntica tarea. .

El Orden Público

Lo que hoy llamamos seguridad ciudadana era cuestión muy importante en Balmaseda, por ser la villa centro comercial con gran movimiento de personas. Para garantizar el orden público en las calles de la villa, se atendía fundamentalmente a tres elementos esenciales: no portar armas, no salir de noche y perseguir a borrachos y jugadores.

El deseo de portar armas debió dar lugar a numerosos problemas, ya que aparecen normas frecuentes para limitar tal práctica. A mediados del siglo XVIII se prohibió su uso y quienes las portasen deberían dejarlas fuera de la villa bajo multa de 600 maravedíes y 10 días de cárcel.  Los forasteros eran estrictamente controlados a través de las llamadas «esquelas de pernoctadores», que los mesoneros debían entregar diariamente al ayuntamiento.

Un problema grave a juzgar por las repetidas normativas que aparecen, debía de ser el de los borrachos y jugadores que inundaban las tabernas. Se afirma que «a menudo se originan escándalos, blasfemias y pérdidas de haciendas, junto a muertos y heridos». Esto daba lugar a multas severas y cierres de establecimientos que los taberneros se resistían a cumplir.  Vagabundos, gitanos y buhoneros eran tres especies recibidas con gran hostilidad en Balmaseda. En el año de 1557 en un acuerdo municipal se menciona la entrega a una cuadrilla de gitanos de 6 reales «porque se fuesen luego y no hizieren daños y hurtos», y en años posteriores esta especie de pago disuasorio se elevó hasta 20 reales (21).

En el año de 1580 aparece registrado un vagabundo de nombre Perín, que al parecer causaba espanto entre  la vecindad. A fin de persuadirle en sus malas intenciones se dicta un bando «para que se asiente con amo dentro de seis días o se vaya del pueblo so pena de 100 azotes». No parece que el tal Perín hiciera mucho caso de la advertencia pues al año siguiente aparece un nuevo bando, esta vez amenazándole con pena de cepo.

Los días de mercado se ponía especial cuidado en la presencia de buhoneros y vendedores ambulantes, con fama de mala gente, y a los cuales se les permitía dormir dentro de la villa una sola noche, víspera de ferias y mercados.  Cada día se tocaba a ánimas, a las ocho en invierno y a las nueve en verano, y a partir de ese momento se prohibía andar por las calles sin causa justificada y quienes lo hicieran en todo caso deberían caminar sin armas y llevar luz o candela «a fin de evitar sustos, groserías y peligros a los vecinos».

Notas

(1).- A.M.B. Decretos; reg. 13; f..60 v; 12 enero 1576.

(2).- A veces el pago de los sermones  se efectuaba en especie, de forma que el año 1572, el fraile que predicó, recibió por el sermón de Septuagésima, una libra de carnero y una azumbre de vino. Ver A.M.B.; Cuentas; reg. 10; año 1572.

(3).-  Archivo Familiar Llaguno; Relación de días festivos en Balmaseda. Año 1783. Ver también BENNASSAR,  B. “ Los Españoles “. Barcelona. 1978. p. 115

(4).- PFANDL, I.; “ Cultura y costumbres del pueblo español en los siglos XVI y XVII. Barcelona, 1942. pp 125 y ss. Describe todas las galas y solemnidades que daban boato a estas celebraciones.

(5).- A.M.B. Decretos; reg. 8. s.f.  30 enero 1533. En realidad los cocos y orugas actuaban sobre las parras; a lo que mas tarde se llamó el oidium de la vid.

(6).-  Ibidem. La misma fecha. Ver BARRAGAN LANDA, J.J. “ Las plagas del campo español y la devoción a S. Gregorio Ostiense” en Cuadernos de Etnografía de Navarra  nº 29. Año 1978; p. 273.

(7).- GOMEZ PRIETO, J. Balmaseda … op. cit., p. 121.

(8).- Ibidem. p. 122.

(9).- A.M.B. Acuerdos ; reg. 81, f. 38; 18 mayo 1890. Este año se contrató al famoso espada Valladolid que fue con su cuadrilla de 4 banderilleros y toreó 2 días por 1.250 ptas.

(10).-  A.H.P.B.; Notaría de Domingo de Terreros; reg. 2180. Con el reconocimiento de paternidad.

(11).-  A.P.B. ; Libro 17 de Bautizados. f. 239 v.

(12).-  GOMEZ PRIETO, J; Balmaseda.. op. cit. p. 69 y ss.

(13).-  SAUVY, A.; Hª del Control de Nacimientos . Madrid. 1972. p 180. Ver EGIDO, T. : Los niños expósitos de Valladolid. Santiago 1975. Puede decirse que casi en un 90% de los casos, todo niño expósito nacía condenado a morir, normalmente en pocos días. Quizás era lo mejor que les podía acaecer para evitarse una vida de horror.

(14).- GOMEZ PRIETO, J.; Balmaseda  op. cit.; Cap. 14; pp. 242 y ss.

(15).- Era una promesa que a menudo se hacía por el tiempo en que el novio aprendía su oficio, establecía su negocio y montaba la casa. Ver A.H.P.B. : Notario de M. Mollinedo,  leg 1.707, f. 209. 19 diciembre 1771. También solía hacerse si el novio emigraba, para casarse luego por Poderes.

(16).- Esto explica la abundancia de viudos en las Actas de Finados, a pesar de la mayor longevidad femenina. WRIGLEY,E.A. Historia y Población. Madrid 1969. pp 100 y ss. La seguridad y el futuro que ofrece una viuda de mayor edad, compensa con mucho cualquier consideración.

(17).- Ordenanzas de la Villa de Balmaseda . Año 1792. Tit. 7; Cap 26. En la Colección Malseda Tomo I. pp 213-263.

(18).- A.M.B. Decretos ; reg. 36. f.151. Año 1740.

(19).- Ordenanzas de ..op. cit. Tit 7; Cap 10; año 1792.

(20).- Ninguna mujer aparece expresamente como Población Activa, que se entiende oficialmente como solo de varones. A.M.B. Tenderos y Comerciantes. Leg. 312; nº 2; f.3; años 1756-57

(21).- A.M.B.; Decretos; reg. 38; f. 146 v;  decreto 17 marzo 1754.

©Copyright 1991. Julia Gómez Prieto. Todos los derechos reservados