05.7.- El Montazgo en Balmaseda: s. XVI-XIX

montes-entorno

Ficha.– Comunicación presentada al II Congreso Mundial Vasco. Bilbao, Diciembre de 1987. Publicado en el Tomo IV: La Crisis del Antiguo Régimen  pp.  209 – 223.

Fuentes.– La base fundamental la han aportado los 11 libros de Cuentas de Propios del Ayuntamiento de Balmaseda, entre los años 1528 y 1845. Se completan los datos con los libros de Decretos y Acuerdos entre los años 1530 y 1890. Todos ellos fuentes inéditas en el montazgo, en excelente estado de conservación y con escasas lagunas documentales.

1. Introducción y Metodología

Casi todo lo relacionado con los bienes forestales de los municipios, en etapas históricas del Antiguo Régimen, e incluso anteriores, está en buena medida pendiente de investigar. Algunos conocidos historiadores han tratado tangencialmente este tema para el siglo XVIII, enmarcándolo siempre en el contexto histórico de un sector primario que relaciona cultivos y roturaciones (1).

Con respecto al estudio del montazgo en la villa vizcaína de Balmaseda, y sobre su utilización concreta, la presente comunicación trata de señalar dos objetivos principales. El primero en la utilidad y datos que aportan los libros de Cuentas de Propios municipales, para el conocimiento y análisis del montazgo en general y del vasco en particular 82). El segundo objetivo es la aportación de una metodología nueva, forzada por las propias fuentes, y necesaria ante la inexistencia de estudios amplios sobre esta temática. A estos dos se suma el deseo de poder servir de pauta y de estímulo a futuras investigaciones (3).

La villa de Balmaseda se halla situada en las Encartaciones, la comarca más occidental de Vizcaya; localizada en su borde sur y muy cercana al límite con el Valle de Mena, que ya es tierra burgalesa. Es zona de terreno montuoso, con un clima oceánico, suave y húmedo, todo lo cual favorece un abundante montazgo. A orillas del Cadagua, río de origen menés, afluente del Nervión-Ibaizabal, fue punto principal del Camino Real entre Bilbao y Burgos, hasta la apertura del paso de Orduña hacia 1770.

Balmaseda, indefectible villa mercado por su ubicación caminera, estaba también abocada a ser una villa ferrera. Sus componentes geográficos de bosques y aguas se aunaron a la proximidad de las venas de mineral. A todo ello se unía el circuito mercantil generado por las reatas de mulateros que portaban productos y abastecimientos. Estos arrieros, una vez descargados sus abastos para el mercado local, llenaban sus alforjas con productos férricos de las fraguas balmasedanas. Se conoce la existencia de martinetes y ferrerías al menos desde 1487 (4). Y aunque su número haya sido fluctuante, no hay que olvidar los de cercanas zonas como Mena y Carranza, que también compraban su madera en Balmaseda.

Casi todo los años, entre 1528 y 1871, el Ayuntamiento de la villa sacaba a remate las cargas de leña de sus montes, la cual, una vez convertida en carbón, alimentaba hornos y fraguas. Con una amplia demanda ferrera y una buena oferta de arbolado, las ventas daban unos excelentes ingresos a las arcas municipales. Su anotación en las Cuentas de Propios permite conocer y manejar las siguientes partidas: remates de ventas; montes de saca; cargas de leña para carbón; precio total de venta; precios por carga y por monte.

La escasez de estudios al respecto (5), ha obligado a crear la metodología necesaria. auspiciada por las propias fuentes y cuyos resultados han conducido a la determinación de estos cuatro puntos:

  • Los ingresos municipales por la venta de leña.
  • El rendimiento de los montes con cargas y sacas.
  • La evolución del precio del carbón de leña.
  • La utilización de los montes entre los siglos XVI y XIX, con la consecuente deforestación.

Esta metodología ha presentado serios problemas de estructuración, que la corta extensión de este trabajo impide explicar debidamente (6). Baste con decir que, a veces, han debido de usarse precios ponderados, con un valor más aproximativo que real. Y también ha sido necesario estimar la relación diferencial entre coste y cargo, atribuida a la inclusión del prometido y a errores constatados del cajero en el engorde del alcance. Partiendo del término legal de carga, se han determinado con las letras X Y Z, los conceptos de cargas, cargo y precios medios (7).

2. El Ámbito Administrativo

En Balmaseda se distinguían tres clases de montes:

  • NATURALES, llamados también bortos o bortedos, conformados por madroñeras.
  • HUECOS, eran arboledas de castaños y robles plantados en parajes abiertos.
  • SEBES, o bosques cercados, también de robles y castaños, que se solían cortar por la cepa.

Cada uno de estos tipos de monte daba un tipo distinto de leña, y por ello, también de carbón. Por otra parte, cada uno tenía su forma de corte específica. Así, el roble, cuanto mayor era daba carbón más duro y las sebes, cortadas cerca del suelo, daban cepas con muchas ramas espesas que se podían convertir en carbón, de siete a diez años más tarde. Generalmente, los huecos y las sebes, se solían criar en alternancia (8).

Las guerras de la Convención, de la Independencia y más tarde, las conflagraciones carlistas, provocaron un profundo desastre en los montes de la villa. A esto se unió el descenso en el número de ferrerías, y su escaso uso en el siglo XIX, lo que produjo una caída en picado del valor del montazgo, que desaparecerá como elemento de renta municipal, con las últimas sacas del año 1863.

De todos los montes señalados, los de fogueras se destinaban para uso de los vecinos, así como a diversas cargas utilizadas por el hospital, la cárcel, la escuela y los braseros oficiales. De estos montes, los vinateros cortaban los cellos para sus tinas y tubas, el vecindario tomaba los maderos para construcción y reparación de sus casas, y el Ayuntamiento lo necesario para las obras públicas (9).

3. El Ámbito Jurídico

Para el cuidado de los montes, se habían establecido los siguientes cargos oficiales:

  • JUEZ DE MONTES, que ejercía las funciones de vigilancia y entendían en las causas criminales, contra los infractores del montazgo. Solía desempeñar este cargo el alcalde saliente.
  • GUARDAS DE MONTES, que eran los grandes cuidadores de montazgo, evitando talas, robos, descepes y arranque de crías. Su declaración era prueba cargo el alcalde saliente.
  • PERITOS MONTANEROS, que eran quienes realizaban el aprecio de los montes, determinando de cuales podía hacerse saca, en qué cantidad e incluso, a qué precio podía venderse (10).

La labor de todas estas personas, estaba apoyada por unas excelentes ORDENANZAS DE MONTES, que, en Balmaseda, se configuraban en el título III (12 capítulos), de las Ordenanzas generales de la villa (11).

4. El Ámbito Contractual

Existían tres tipos de compromisos contractuales, que se realizaban en orden correlativo y sucesivo:

  • APRECIO DE MONTES, que se efectuaba ante notario y en el que se hacía constar el estado del montazgo, las posibles sacas y el número de cargas, según los años y los montes.
  • VENTA DE MONTES, documento público ante notario, en forma de carta de pago, que el Ayuntamiento daba a los compradores-rematadores. Por medio de él, se autorizaba a reducir la leña a carbón.
  • SACA DE CARBON, que era una carta de obligación de los carboneros hacia el rematante, con obligación personal sobre sus bienes muebles de raíces. Señalaba además, plazos de entrega del carbón, fecha de la tabla y precios de cargas (12).

5. El Remate de los Montes

Cada año se efectuaba el acopio de los montes, se hacía la saca y el remate, con lo que el Ayuntamiento ingresaba sus rentas montaneras. Se cumplía así un ciclo anual de planificación administrativa. Eran supervisados por el Juez de Montes que daba cuenta al escribano. Se hacían públicos los decretos de saca, colocándose edictos en diversos lugares (11). A partir de ese momento, los potenciales compradores podían hacer ya sus propuestas al Ayuntamiento, el cual les entregaba papel de abono con las condiciones del remate.

El remate, como fórmula de subasta, provocó algunas veces, impugnaciones por parte de vecinos de la villa, que pedían el Derecho de Tanteo, frente a los compradores foráneos. Nunca consiguieron este derecho y el Ayuntamiento siguió sacando siempre los montes, al mejor postor. Tampoco lograron obtener el Derecho de Retracto (14).

Los remates tenían lugar en tres domingos sucesivos de Diciembre o Enero, por el sistema de la candela encendida (15). Resuelto el remate se procedía a pagar el valor de los montes, o bien a dejar una reserva del 10% hasta que en Marzo se realizara la saca. Ésta era efectuada por obreros pagados por el Ayuntamiento, bajo la supervisión del perito montanero y levantándose acta notarial.

6. El Montazgo de Balmaseda y su evolución

Debido a la inexistencia de mapas o cartas geográficas adecuadas de las distintas centurias, no ha sido posible señalar la situación de numerosos montes, que por otra parte, habrán sufrido, sin duda, cambios en los últimos cien años. Salvando todas las distancias, se ha utilizado el Catastro de la Riqueza Rústica del año 1980, para la ubicación de los montes existentes en la actualidad.

El montazgo balmasedano dio entre los años 1528 y 1871 un total de 470.959 cargas de leña para carbón, con un peso aproximado por carga de 240,24 Kg., lo cual supone unos 113.143.190 Kg.

Las citadas cargas totales dan, por tanto, un volumen de 113.143,19 toneladas, que se desglosan en

  • 14.097,50 toneladas en el siglo XVI
  • 29.106,04 toneladas en el siglo XVII
  • 48.228,95 toneladas en el siglo XVIII
  • 21.710,73 toneladas  en el siglo XIX

Como el precio medio de la carga ascendía a 1 real y 27 maravedís, este tonelaje le supuso al Ayuntamiento de Balmaseda unos ingresos mínimos de 845.165 reales y 2 maravedís, a lo largo de todo el período estudiado.

No todos los años se efectuaba saca de montes, por lo que de los 324 años analizados de las Cuentas de Propios, 96 de ellos no tienen datos de ventas del montazgo. La ausencia documental es más acusada en el siglo XVI, que por este hecho y por no comenzar los libros hasta 1528, se ve reducido a tan solo 46 años de datos. Esta escasez predominante en la primera mitad del siglo, ha obligado a tomar como base comparativa 100, la segunda mitad de la centuria y no todo el siglo completo.

6.1 Las producciones

Las tablas I y II permiten ver la evolución de los datos totales seculares medios, con la cuantificación del número de cargas, el valor del cargo y el precio medio de cada carga.

  • Tabla I. Producciones y valor de la leña para carbón (Próxima inclusión)
  • Tabla II. Carbón (Próxima inclusión)

Las producciones en el siglo XVI, a pesar de la escasez de datos ya citada, muestran una cierta uniformidad, con una carga media de 1.877,17  por año. La segunda mitad del siglo es algo más floja, sin que los rendimientos alcancen las cotas mínimas del período anterior.

En el siglo XVII, sobre la base 100 del período 1556-1600, la primera mitad de esta centuria marca una discriminación del 18,87% (91,13/100) y un ascenso de 180,37% para la segunda mitad. Si de estas cantidades en concepto de cargas, pasamos a valores y rendimientos, éstos se sitúan en 153,87% y 375,21% respectivamente sobre el siglo anterior. El incremento del precio en un 135,18% ha cuantificado un valor global, 2,5 veces superior para un aumento en cargas de sólo 1,8. La proporción es buena y subraya la no incidencia negativa de los vacíos de saca.

El siglo XVIII muestra un mantenimiento de los niveles de producción y precios en su primera mitad, llegándose a los máximos absolutos generales entre 1751 y 1800. El rendimiento es magnífico con cifras de 3.029 de carga media y, sobre todo, un precio duplicado (2,25), lo que supuso los mejores ingresos por montazgo, de toda la historia de la villa.

Después de estos óptimos resultados, era previsible un siglo XIX bastante flojo. De hecho la producción desciende al 50% en la primera mitad. Si bien es cierto que los conflictos bélicos fueron un factor determinante, sin duda los excesos del siglo anterior pesaban también sobre el muy utilizado montazgo de Balmaseda. Las sacas se mantienen estables, aunque su ritmo vaya declinando paulatinamente, y sólo el aumento de los precios es capaz de sostener las altas cifras de ingresos municipales por este concepto.

6.2 Los precios

En un somero análisis de los precios, puede percibirse la siguiente evolución secular:

  • SIGLO XVI. En esta centuria, los precios fueron sostenidos sin grandes altibajos, correspondiendo el mayor encarecimiento a las cantidades por debajo de 100 cargas anuales.

Precio mínimo en 1592 con 12 maravedíes y precio máximo en 1560 con 30,09 mrs. La apreciación entre ambos ha sido del 250,75%

  • SIGLO XVII. Durante este período se dieron mínimas anormales con escasas diferencias de cargas. Fue, sin embargo, un siglo bastante igualado, exceptuando las fuertes alzas entre 1665 y 1680, con precios que caen con un nivel decreciente sostenido hasta 1710.

Entre 1601 y 1650 precio máximo de 42,56 mrs. Y mínimo de 10 mrs. La apreciación es de 4,25, con precios sostenidos en niveles bajos. Entre 1651 y 1700 el máximo es en 1679 con 95,57 mrs. Y el mínimo en 1686 con 12 mrs.

  • SIGLO XVIII. Hay una tendencia alcista sostenida, con hundimiento entre 1735 y 1750, llegando a alcanzarse las cotas máximas finiseculares en 1796. En la primera mitad precio máximo el año 1708, con 73,36mrs. Y mínimo en 1706 con 19,76 mrs. La apreciación es 3,7, manteniéndose un signo alcista hasta 1735.

En la segunda mitas se alcanza el máximo en 1796 con 162,85 mrs. Y el mínimo en 1764 con 52 mrs. El aumento es sostenido hasta alcanzar el culmen multisecular. A finales de la centuria en época bélica, la carestía no supuso escasez de abasto, que siguió siendo abundante y constante.

  • SIGLO XIX. Continúa el desplome de los precios, que ya es ostensible desde 1775; hasta 1830 no comienza un alza progresiva y creciente que alcanza se punto más álgido cuando se terminan las series del montazgo. La guerra de la Independencia mantuvo sus secuelas durante varios años, y de hecho la recuperación no comenzó hasta la década de los 1830. Las consecuencias de otros conflictos bélicos y la inestabilidad decimonónica dispararon los precios, ayudados por una producción que era ya muy baja. Los huecos se van espaciando y se alcanzan cotas de saca similares a las centurias anteriores, solamente tras varios años de vacío. Las cargas se aprecian cada vez más exiguas y los precios se disparan.
  • Gráfico I.  Ventas de cargas de carbón: años de saca 1528-1863
  • Gráfico II. Precios medios del carbón: 1528-1868

(ambos gráficos de próxima inclusión)

7. Análisis de los Montes de la villa

Las fuentes documentales han proporcionado un total de 89 montes diferentes, que aparecen a lo largo de los cuatro siglos estudiados. Se ha realizado un análisis pormenorizado de cada uno de ellos, que han permitido obtener dos enfoques, uno cuantitativo de todas sus descargas y otro cualitativo que selecciona los mejores montes de la villa en orden a sus rendimientos (16).

7.1 Montes y siglos de saca

Las 378.554 cargas que se han podido ubicar se obtuvieron en un total de 773 sacas a lo largo de los cuatro siglos. Su desglose es este:

  • Tabla: Montes y siglos de saca (Próxima inclusión)

Se observa en esta tabla que, al menos, la tercera parte del total (31 montes) tenía un amplio rendimiento, habiéndose mantenido en producción constante durante los cuatro siglos estudiados, y que aportaron el 82,48% de las cargas de leña obtenidas. Los 58 restantes fueron montes de mucho menor rendimiento, que sólo estuvieron en activo durante 1 ó 2 siglos (17).

7.2 Montes de saca continua

El total de 31 montes sometidos a sacas continuas durante los cuatro siglos, denota unos buenos rendimientos, habiéndose obtenidos los óptimos en el siglo XVIII, tanto en cargas como en producción general. La centuria más exigua fue el siglo XVI. Por el contrario el XIX se mantuvo con dignidad, a pesar del declive muy acentuado de las ferrerías

  • Tabla III. Montes con cuatro siglos de sacas (Próxima inclusión)

7.3 Los mejores montes de Balmaseda

Fueron 12 los montes que más destacaron en todos los conceptos, por lo que se pueden considerar como los mejores que poseía y explotaba la villa de Balmaseda. Todos ellos mantenían sus máximas producciones en el siglo XVIII y seguían presentando cargas espléndidas en el XIX.

  • Gráfico III. Cargas de carbón: montes con cuatro siglos de saca (Próxima inclusión)

Ninguno de estos montes se pueden considerar como agotado en el siglo XIX, a pesar de haber tenido buenos rendimientos en centurias anteriores.

La ínfima producción que el monte Kolitsa presenta en el siglo XVI puede quizás atribuirse a una sobre explotación durante los siglos XIV y XV. De tal manera que ese paréntesis pudo permitirle llegar a las magníficas cotas de 6.000 -12.000 cargas posteriores. Algo similar debió suceder con La Pedrera, monte que da el más alto rendimiento medio, partiendo de tan sólo 52 cargas en el XVI y que llega hasta casi 16.000 dos siglos más tarde.

8. Conclusiones

Ciertamente Balmaseda fue un municipio con un riquísimo acervo forestal, que bien podría clasificarse como uno de los mejores patrimonios de la villa. Patrimonio que, por causa de la libertad de tanteo, anteponía un mayor engrosamiento de las arcas municipales al hecho de que el montazgo fuera utilizado exclusivamente en las ferrerías de la villa. Solamente con una planificación estricta unida a un activo aparato ejecutivo y penal, se pudo garantizar, no solo la supervivencia del montazgo, sino también los altos rendimientos que produjo. En su mayor proporción, la leña de la villa fue utilizada para su conversión en carbón vegetal.

La producción fue alta y constante, siendo el único gran vacío apreciable el de 1600-1650. Muestran estos años una crisis del sector carbonero, que se constata en toda Vizcaya para el primer tercio del siglo XVII, pero que en Balmaseda apreciamos que fue de más larga duración. Este vacío de montazgo se ve a la larga como beneficioso, debido a que su utilización en siglos anteriores al XVI acabaría por imponer un período de renovación y fortalecimiento del siglo XVIII. Y surge la incógnita de si hubo deforestación.

No parece factible que fuera el agotamiento o el esquilmado abusivo del monte, lo que determinara el cese de la producción leñera, si bien se aprecia un cierto cansancio del montazgo en el siglo XIX. Sin embargo, hay dos hechos externos, más incidenciales a mi entender, en el abandono del uso del montazgo. Por un lado, hacia 1850 comienza a ser habitual la utilización del carbón fósil frente al vegetal, al tiempo que se extiende la técnica moderna del sistema de Hornos Altos frente a la tradicional de ferrería. En 1860 tan solo quedan en Balmaseda dos ferrerías y aún cuando los montes mantienen todavía niveles aceptables de producción, la demanda de ésta, obviamente no era ya muy grande.

NOTAS

(1).- Obra pionera en este aspecto, como en tantos otros, fue la de ANES, G.: Las crisis agrarias de la España moderna. Madrid 1974. Ver también la obra de FERNANDEZ ALBALADEJO, P.: La Crisis del Antiguo Régimen en Guipúzcoa. Madrid 1975, referida al ámbito vasco.
(2).- Las fuentes documentales utilizadas han sido principalmente municipales como se indica en la ficha inicial.
(3).- Ver al respecto GOMEZ PRIETO, J.: La villa de Balmaseda en el Antiguo Régimen: siglo XVI al XIX. Tesis Doctoral U. de Deusto 1985. En los capítulos XI y XII de la misma, se analizan los montes, el carbón y la actividad ferrera en dicha villa.
(4).- Repartimiento del año 1487, incluido en RODRIGUEZ HERRERO, A.: Valmaseda en el siglo XV y la aljama de los judíos. Bilbao 1947. Se citan para ese año catorce instalaciones en funcionamiento. Se mantuvo el número, con algunas fluctuaciones, según las Fogueraciones de 1745 y 1796; en 1814 quedaban solamente cuatro (“Apeo del año 1814” Arch. Mun. ) y en 1861 eran únicamente tres (Leg. 186-23, Arch. Mun.)
(5).- Aunque de diferente forma, una aproximación al tema se halla en GARCIA SANZ, A.: El aprovisionamiento de carbón de las ferrerías navarras de Elcorri: cálculo de sus consumo y precios, 1802-1867. En “Cuadernos de Etnología de Navarra”. Sobre el monte en general, ver la obra de MUTILOA POZA, J. M.: El Monte y el Viñedo en Vizcaya a mediados del siglo XIX. En “Estudios Vizcaínos”, 9-10. Ambos artículos se refieren exclusivamente al siglo XIX.
(6).- Con la amplitud necesaria se expone en GÓMEZ PRIETO, J.: op. cit.
(7).- En síntesis se ha determinado de la siguiente forma: X es el total de cargas; Y es el cargo; la relación de ambos nos da Z que es el precio medio posible. Como en cada asiento son varios los cargos y cargas, existen varios precios de ventas, por lo que deben ponderarse para determinar el precio medio verdadero.
(8).- Ver BOWLES, J. de: Introducción a la Historia Natural y a la Geografía Física de España. Madrid 1782. También en VILLARREAL DE BERRIZ, P. B.: Máquinas hidráulicas de molinos y herrerías y gobierno de los árboles y montes de Vizcaya. Madrid 1736. En varios documentos se cita la existencia de encinas en el término de Balmaseda en el siglo XVIII.
(9).- Para todos estos menesteres se determinaban, cada cierto número de años, los montes a utilizar. Así se hizo en las fechas de 1573, 1715, 1792, 1849 y 1860.
(10).- Existía la figura del Visitador General de Montes, cargo que era hereditario, pero de mínima importancia y ejecutividad. En 1723 lo ejerció el Marqués de Villarreal.
(11).- ORDENANZAS DE LA M. N. Y M. L. VILLA DE BALMASEDA, Año 1792. Arch. Dip. Viz.
(12).- Tras una amplia búsqueda en los fondos del Archivo de Protocolos de Balmaseda, se puede determinar que con estos 3 contratos se cubría todo el ciclo existente entre el remate del monte y la recogida del carbón elaborado. Documentos de este tipo pueden verse en Notario D. MARTIN VELASCO, Leg. 2345, y en Notario D. MANUEL DE TERREROS, Leg. 2221 del Archivo Histórico de Protocolos de Vizcaya.
(13).- Además de en Balmaseda, se situaban edictos en Bilbao, Baracaldo, Zalla, Valle de Mena, y otros lugares con ferrerías que pudieran estar interesadas en la compra.
(14).- Hay un interesante pleito al respecto en la REAL CHANCILLERIA DE VALLADOLID, Sala Vizcaya, Pleitos Civiles, Leg. 611-4 del año 1781. En Guipúzcoa FERNANDEZ ALBALADEJO, P. op. cit., p. 183, subraya el derecho de tanteo en Tolosa.
(15).- Hay un interesante Libro de Remates  del Archivo Municipal balmasedano que incluye los rematantes de montes entre 1740 y 1833. Dentro de la villa, los más importantes fueron los Antuñano y los Heros, todos ellos dueños de ferrerías. Ver el análisis completo en GÓMEZ PRIETO, J., op. cit., cap. XI.
(16).- Por haber aparecido 92.405 cargas sin el nombre del monte de procedencia, ambos enfoques se han hecho sobre 378.554 cargas de un total de 470.959.
(17).- El desconocimiento de la extensión de cada monte, así como sus cambios en los siglos estudiados, impide hallar rendimientos por unidad de superficie, lo que podría, sin duda, hacer cambiar el planteamiento de esta lista.

Copyright 1987. Julia Gómez Prieto. Todos los derechos reservados